" Elias, los profetas y la conversión del corazón
2581 Para el pueblo de Dios, el Templo debía ser el lugar donde aprender a orar: las peregrinaciones, las fiestas, los sacrificios, la ofrenda de la tarde, el incienso, los panes de " la proposición ", todos los signos de la Santidad y de la Gloria de Dios, Altísimo, pero muy cercano, eran llamamientos y caminos para la oración. sin embargo, el ritualismo arrastraba al pueblo con frecuencia hacia un culto demasiado exterior. Era necesaria la educación de la fe, la conversion del corazon. Esta fue la misión de los profetas, antes y después del destierro.
2582 Elías es el padre de los profetas, de " la raza de los que buscan a Dios, los que van tras su rostro" ( Sal 24,6). Su nombre " el Señor es mi Dios", anuncia el grito del pueblo en respuesta a su oración sobre el monte Carmelo ( Cf. 1R 18, 39). Santiago nos remite a él para incitarnos a orar: " La oración ferviente del justo tiene mucho poder" ( ST 5, 16b.18).
2583 Después de haber aprendido la misericordia en su retiro en el torrente de Kérit, Elías enseña a la viuda de Sarepta la fe en la palabra de Dios, la fe que confirma con su oración insistente: Dios devuelve la vida al hijo de la viuda ( Cf. 1R 17, 7.24).
En el sacrificio sobre el monte Carmelo, prueba decisiva para la fe del pueblo de Dios, el fuego del Señor es la respuesta a su súplica de que se consume el holocausto " a la hora de la ofrenda de la tarde": " Respóndeme , Señor, respóndeme" son palabras de Elías que las liturgias orientales recogen en la epiclesis eucarística ( Cf. 1R 18, 20-39).
Finalmente, volviendo a andar el camino del desierto hacia el lugar donde el Dios vivo y verdadero se reveló a su pueblo, Elías se recoge como Moisés " en la hendidura de la roca" hasta que " pasa" la presencia misteriosa de Dios ( Cf. 1R 19, 1-14; Ex 33, 19-23). Pero solamente en el monte de la Transfiguración se dará a conocer Aquel cuyo ostro buscan (Cf. Lc 9, 30-35): el conocimiento de la Gloria de Dios está en el rostro de Cristo crucificado y resucitado ( Cf. 2Co 4, 6).
2584 En el " cara a cara" con Dios, los profetas extraen su luz y fuerza para su misión. Su oración no es una huida del mundo infiel, sino una escucha de la palabra de Dios; es a veces un debatirse o una queja, y siempre, una intercesión que espera y prepara la intervención del Dios salvador, Señor de la historia ( Cf. Am 7, 2.5; Is 6, 5,8; Jr 1, 6; 15, 15-18; 20, 7-18)." ( CIC 2581-2584).
Comentario:
Hablar con Dios en la oración diaria es un compromiso de amor a Aquel que sabemos nos ama y que hace posible ese diálogo porque " Dios nos amó primero" como dice el papa Francisco " el Señor nos primerea" es nuestra actitud de docilidad a ese llamado el que hace posible entrar en la intimidad con Dios.
" Quien me ama, guarda mis mandamientos y vendremos a él y haremos morada en él"nos promete el Señor.