domingo, 29 de marzo de 2020

" La celebraciòn del misterio cristiano" ( CIC 1382-1390)



                                                             " El banquete pascual


1382 La Misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa  el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Pero la celebración del sacrificio eucarístico está totalmente orientada hacia la unión íntima de los fieles con Cristo por medio de la comunión. Comulgar es recibir a Cristo mismo que se ofrece por nosotros.

1383 El altar, en torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía, representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la mesa del Señor, y esto, tanto más cuanto que el altar cristiano es el símbolo de Cristo mismo presente en medio de la asamblea de sus fieles, a la vez como la víctima ofrecida por nuestra reconciliación y como alimento celestial que se nos da. "¿Qué es, en efecto, el altar de Cristo sino imagen del Cuerpo de Cristo?", dice san Ambrosio ( sacr. 5, 7), y en otro lugar: " El altar representa el Cuerpo ( de Cristo), y el Cuerpo de Cristo está sobre el altar" ( sacr 4, 7). La Liturgia expresa esta unidad del sacrificio y de la comunión en numerosas oraciones. Así, la Iglesia de Roma ora en su anáfora:

                                Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu 
 presencia hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos  recibimos el Cuerpo y la                                         Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.

                                  " Tomad y comed todos de El": la comunión

1384 El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: " En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros" ( Jn 6, 53).

1385 Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. S. Pablo exhorta a un examen de conciencia: " Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examìnese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo" ( 1Co 11, 27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.

1386 Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión ( Cf. Mt 8, 8): " Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme". En la Liturgia de san Juan Crisòstomo, los fieles oran con el mismo espíritu:

                                     Hazme comulgar hoy en tu cena mística, oh Hijo de Dios. Porque no diré el secreto a tus enemigos ni te daré el beso de Judas. Sino que, como el buen ladrón, te digo: " Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino."

1387 Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia ( Cf. CIC can. 919). Por la actitud corporal ( gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped.

1388 Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía  que los fieles con las debidas disposiciones ( Cf. CIC can. 916) comulguen cuando participan en la Misa: " Se recomienda especialmente la participación más perfecta en la Misa" ( Cf. CIC can. 917). Los fieles, en el mismo día, pueden recibir la Santísima Eucaristía solo una segunda vez ( cf. Pontificia Commission Codicis Iris Canonici Authentice Interpretando, Responsa ad proposita dubia, 1: AAS 76( 1984) 746). recibiendo los fieles, después de la comunión del sacerdote, del mismo sacrificio, el Cuerpo del Señor" ( SC 55).

1389 La Iglesia obliga a los fieles " a participar los domingos y días de fiesta en la divina Liturgia"  (Cf. OE 15) y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo pascual ( Cf. CIC can. 920), preparados por el sacramento de la Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucaristía los domingos y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los días.

1390 Gracias a la presencia sacramental de Cristo bajo cada una de las especies, la comunión bajo la sola especie de pan ya hace que se reciba todo el fruto de gracia propio de la Eucaristía. Por razones pastorales, esta manera de comulgar se ha establecido legítimamente como la más habitual en el rito latino. " La comunión tiene una expresión más plena por razón del signo cuando se hace bajo las dos especies. Ya que en esa forma es donde más perfectamente se manifiesta el signo del banquete eucarístico" ( IGMR 240). Es la forma habitual de comulgar en los ritos orientales." ( CIC 1382-1390).

Comentario: En este tiempo de pandemia que ha obligado a varios gobiernos a implementar medidas extraordinarias como la cuarentena y el cierre de la iglesias en muchos países ,el Papa ha permitido varias excepciones: la misa válida por medios electrónicos, el mismo está transmitiendo su misa diaria en el canal de Vatican News por Youtube ,la comunión espiritual como una manera de unirnos espiritualmente al Señor y el sacramento de la  reconciliación con un acto de contrición y dolor de haber ofendido a Dios y con la intención de confesarse apenas sea posible con un sacerdote.





domingo, 22 de marzo de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( 1378-1381)



" 1378 El culto a la Eucaristía. En la Liturgia de la Misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo bajo las especies de pan y vino, entre otras maneras, arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. " La Iglesia católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la Eucaristía no solamente durante la Misa, sino también fuera de su celebración: conservando con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las veneren con solemnidad, llevándolas en procesión" ( MF 56).

1379 El sagrario ( tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la Misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santo sacramento.

1380 Es grandemente admirable que Cristo haya querido hacerse presente en su Iglesia de esta singular manera. Puesto que Cristo iba a dejar a los suyos bajo su forma visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por nuestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado " hasta el fin" ( Jn 13, 1), hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece misteriosamente en medio de nosotros ( Cf. Ga 1, 20), y se queda bajo los signos que expresan y comunican este amor:

                                        La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración ( Sn Juan Oablo II, lit. Dominicae cenae, 3).

1381 " La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, ' no se conoce por los sentidos, dice santo Tomás, sino por la fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios'. Por ello, comentando el texto de san Lucas 22, 19: ' Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros ', san Cirilo declara: ' No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque El, que es la Verdad, no miente" ( Santo Tomás de Aquino, s. th, 3, 75, 1, citado por san Pablo VI, MF 18):

                                      Adoro te devote, latens Deitas,
                                      Quae sub his figuris vere latitas:
                                      Tibi se cor meum totum subjicit,
                                      Quia te contemplans totum deficit.

                                      Visus, gustus, tactus in te fallitur,
                                      Sed auditu solo tuto creditur;
                                      Credo quidquid dixit Dei Filius;
                                      Nil hoc Veritatis verbo verius.

                                     ( Adórote devotamente oculta Deidad,
                                      que bajo estas sagradas especies 
                                      te ocultas verdaderamente:
                                      A ti mi corazón totalmente se somete,
                                      pues al contemplarte, se siente
                                     desfallecer por completo.
                                     La vista, el tacto, el gusto, son aquí falaces,
                                     sólo con el oído se llega a tener fe segura.
                                    Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios;
                                    Nada es más verdadero que esta palabra de Verdad).
( CIC 1378-1381).

Comentario: No olvidemos cuando entramos a la iglesia saludar con delicadeza al Señor oculto en el sagrario, puedes ver si está reservado porque siempre está encendida una lámpara y recordemos no hablar y menos comer en la iglesia, es bueno explicarle a los niños y a veces a los adultos, igual que se enseña a saludar a los dueños de una casa donde nos invitan. 

                                     
                                     
  
                                               


 


                                            

domingo, 15 de marzo de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1373-1377)



                                             " La presencia de Cristo por el poder

                                              de su Palabra y del Espíritu Santo

1373 " Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha del Padre e intercede por nosotros" (Rm 8, 34) está presente de múltiples maneras en su Iglesia ( Cf. LG 48): en su Palabra, en la oración de su Iglesia, " allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre" (Mt 18, 20), en los pobres, los enfermos, los presos ( Mt 25, 31-46), en los sacramentos de los que El es autor, en el sacrificio de la Misa y en la persona del ministro. Pero, " sobre todo, ( está presente) bajo las especies eucarísticas" (SC 7).

1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la Eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella " como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos" ( Santo Tomás de A...,s, th 3, 73, 3). En el santísimo sacramento de la Eucaristía están " contenidos  verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" ( Cc. de Trento: DS 1651). " Esta presencia de denomina ' real', no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ' reales', sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente " ( MF 39).

1375 Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara  que:

                          No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas ( Prod. Jud. 1, 6).

                         Y San Ambrosio dice respecto a esta conversión:

                          Estemos bien persuadidos de que esto no es o que la naturaleza ha producido, sino que la bendición ha consagrado y de que la fuerza de la bendición, supera a la de la naturaleza, porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada... La Palabra de Cristo, que pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿ no podría cambiar las cosas existentes en lo que no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que cambiársela ( myst. 9, 50.52).

1376 El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: " Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan  en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio transubstanciación " (DS 1642).

1377 La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo  (Cf. Cc. de Trento: DS 1641)". ( CIC 1373- 1377).

Comentario: Cuidemos el silencio cuando estamos en presencia de Jesús sacramentado " Míralo y déjalo que te mire" y estemos atentos a sus palabras... El habla en el silencio de los corazones!!! no dejemos de escucharlo " Habla Señor que tu siervo escucha".



 

 

 

lunes, 9 de marzo de 2020

" La celebración del misterio Cristiano "( CIC 1368-1372)


   "1368 La Eucaristía  es igualmente el sacrificio de la Iglesia.  La Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo,participa en la ofrenda de su Cabeza. Con El, ella se ofrece totalmente.  Se une a su intercesion ante el Padre por todos los hombres. En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo.  La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren un valor nuevo.  El sacrificio de Cristo   presente sobre el altar, da a todas las generaciones de cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda.

          En las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos en actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por El, con El y en El, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres. 

1369 Toda la Iglesia se une a la ofrenda y a la intercesion de Cristo. Encargado del ministerio de Pedro en la Iglesia, el Papa es asociado a toda celebración de la Eucaristía en la que es nombrado como signo y servidor de la unidad de la Iglesia universal.  El obispo del lugar es siempre responsable de la Eucaristía, Incluso cuando es presidida por un presbítero; el nombre del obispo se pronuncia en ella para significar su presidencia de la Iglesia particular en medio del presbiterio y con la asistencia de los diáconos. La comunidad intercede también por todos los ministros que, por ella y con ella, ofrecen el sacrificio eucarístico:

        Que sólo sea considerada como legítima la Eucaristía que se hace bajo la presidencia del obispo o de quien él ha señalado para ello ( San Ignacio de Antioquía, Smyrn.8,1 ). 

         Por medio del ministerio de los presbíteros,  se realiza a perfección el sacrificio espiritual de los fieles en unión con el sacrificio de Cristo, único Mediador.  Este, en nombre de toda la Iglesia,  por manos de los presbíteros, se ofrece incruenta y sacramental mente en la Eucaristía  hasta que el Señor venga (PO 2 ). 

1370 A la ofrenda de Cristo se unen no sólo los miembros que están todavía aquí abajo, sino también los que están en la gloria del cielo. La Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico en comunión con la Santísima Virgen María y haciendo memoria de ella así como de todos los Santos y santas. En la Eucaristía  la Iglesia   con María, está como al pie de la cruz,  unida a la ofrenda y a la intercesion de Cristo.

1371 El sacrificio eucarístico es también ofrecido por los fieles difuntos " que han muerto en Cristo  y todavía no están plenamente purificados ( CC. de Trento: DS 1743 ), para que puedan entrar en la luz y la paz de Cristo:

             Enterrado este cuerpo en cualquier parte; no os preocupe más su cuidado; solamente os ruego que,  donde quiera que os hallaréis, os acordeis de mi ante el altar del Señor ( Santa Mónica, antes de su muerte, a San Agustín y su hermano; con, 9, 9,27 ). 

              A continuación oramos ( en la anáfora) por los Santos Padres y obispos difuntos, y en general por todos los que han muerto antes que nosotros, creyendo que será de gran provecho para las almas en favor de las cuales es ofrecida la súplica, mientras se halla presente la santa y adorable víctima...Presentando a Dios nuestras súplicas por los que han muerto, aunque fuesen pecadores....presentamos a Cristo inmolado por nuestros pecados, haciendo propicio para ellos y para nosotros al Dios amigo de los hombres (San Cirilo de Jerusalén, catequesis, mist, 5, 9, 10).

1372 San Agustín ha resumido admirablemente esta doctrina que nos impulsa a una participación cada vez más completa en el sacrificio de nuestro Redentor que celebramos en la Eucaristía:

                  Esta ciudad plenamente rescatada, es decir,  la asamblea y la sociedad de los santos; es ofrecida a Dios como un sacrificio universal por el Sumo Sacerdote que,  bajo la forma de esclavo, llegó a ofrecerse por nosotros en su pasión, para hacer de nosotros el Cuerpo de una tan gran Cabeza...Tal es el sacrificio de los cristianos: " Siendo muchos, no formamos más que un solo Cuerpo en Cristo "(Rm 12,5). Y este sacrificio, la Iglesia no cesa de reproducirlo en el Sacramento del altar bien conocido de los fieles, donde se muestra que en lo que ella ofrece se ofrece a sí misma ( civil, 10,6".(CIC  1368-1372).

Comentario: El Papa San Juan Pablo II nos animaba a asistir a la Santa Misa con la convicción de que en esa celebración está " el cielo en la tierra "