domingo, 27 de febrero de 2022

" Vida en Cristo" ( CIC 1987- 1995)

 


                                               " Artìculo 2: Gracia y justificaciòn

                                                                       I La justificaciòn

1987   La gracia del Espíritu Santo tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de nuestros pecados y comunicarnos " la justicia de Dios por la fe en Jesucristo" ( Rm 3, 22) y por el Bautismo ( Cf. Rm 6, 3-4 ): 

 Y si hemos muerto con Cristo, creemos que tambièn viviremos con El, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere màs, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; más su vida, es un vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús ( Rm 6, 8-11)

1988 Por el poder del Espíritu Santo participamos en la Pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrección, naciendo a una vida nueva; somos miembros de su Cuerpo que es la Iglesia ( Cf. 1Co 12), sarmientos unidos a la vid que es él mismo ( Cf. Jn 15, 1- 4):

Por el Espíritu Santo participamos de Dios. Por la participaciòn del Espíritu venimos a ser partícipes de la naturaleza divina... Por eso, aquellos en quienes habita el Espíritu están divinizados ( San Atanasio, ep, Serap. 1, 24).

1989   La primera obra de la gracia del Espíritu Santo es la conversión, que obra la justificación según el anuncio de Jesús al comienzo del Evangelio: " Convertíos porque el Reino de los cielos está cerca" ( Mt 4, 17). Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo asì el perdòn y la justicia de lo alto. " La justificación entraña, por tanto, el perdón de los pecados, la santificación y la renovación del hombre interior" ( CC. de Trento: DS 1528).

1990   La justificaciòn arranca al hombre del pecado que contradice el amor de Dios, y purifica su corazón. La justificación es prolongación de la iniciativa misericordiosa de Dios que otorga el perdón. Reconcilia al hombre con Dios, libera de la servidumbre del pecado y sana. 

1991   La justificación es, al mismo tiempo, acogida de la justicia de Dios por la fe en Jesucristo. La justicia designa aquí la rectitud del amor divino. Con la justificación son difundidas en nuestros corazones la fe, la esperanza y la caridad, y nos es concedida la obediencia a la voluntad divina.

1992   La justificación nos fue merecida por la Pasión de Cristo, que se ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres. La justificación es concedida por el Bautismo sacramento de la fe. Nos asemeja a la justicia de Dios que nos hace interiormente justos por el poder de su misericordia. Tiene por fin la gloria de Dios y de Cristo y el don de la vida eterna ( Cf. Cc. de Trento: DS 1529):

Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen- pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios- y son justificados por el don de su gracia en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para ser él justo y justificador del que cree en Jesús ( Rm 3, 21-26).

1993   La justificación establece la colaboración entre la gracia de Dios y la libertad del hombre. Por parte del hombre se expresa en el asentimiento de la fe a la Palabra de Dios que lo invita a la conversión, y en la cooperación de la caridad al impulso del Espíritu Santo que lo previene y lo custodia:

  Cuando Dios toca el corazón del hombre mediante la iluminación del Espíritu Santo, el hombre no está sin hacer nada al recibir esta inspiración, que por otra parte puede rechazar; y, sin embargo, sin la gracia de Dios, tampoco puede dirigirse, por su voluntad libre, hacia la justicia delante de El ( Cc de Trento: DS 1525).

1994   La justificación es la obra más excelente del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús y concedido por el Espíritu Santo. San Agustín afirma que " la justificación del impío es una obra más grande que la creación del cielo y de la tierra", porque " el cielo y la tierra pasarán, mientras la salvación y la justificación de los " elegidos permanecerán"  (ev. Jo. 72, 3). Dice incluso que la justificación de los pecadores supera a la creación de los ángeles en la justicia porque manifiesta una misericordia mayor.

1995   El Espíritu Santo es el maestro interior. Haciendo nacer al " hombre interior" ( Rm 7, 22; Ef 3, 16), la justificación implica la santificación de todo el ser:

  Si en otro tiempo ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la santidad..., al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida eterna ( Rm 6, 19.22)." ( CIC 1987-1995).

Comentario:

" Frecuenta el trato del Espíritu Santo- el Gran Desconocido- que es quien te ha de santificar" ( Camino 57 SJM). El Señor nos prometió el envío del Espíritu Santo que nos explica todo hasta lograr nuestra santificación, que sólo es posible, si dejamos que obre en nosotros la gracia. 





                                                                         


domingo, 20 de febrero de 2022

" Vida en Cristo" ( CIC 1975-1986)

 


                                                                        " Resumen


1975   Segùn la Sagrada Escritura, la ley es una instrucciòn paternal de Dios que prescribe al hombre los caminos que llevan a la bienaventuranza prometida y proscribe los caminos del mal.

1976   " La ley es una ordenaciòn de la razòn para el bien comùn, promulgada por el que està a cargo de la comunidad" " Santo Tomàs de Aquino, s th. 1-2, 90, 4).

1977   Cristo es el fin de la ley ( Cf. Rm 10, 4); sòlo El enseña y otorga la justicia de Dios.

1978   La ley natural es una participaciòn en la sabidurìa y bondad de Dios por parte del hombre, formado a imagen de su Creador. Expresa la dignidad de la persona humana y constituye la base de sus derechos y sus deberes fundamentales.

1979   La ley natural es inmutable, permanente a travès de la historia. Las normas que la expresan son siempre substancialmente vàlidas. Es la base necesaria para la edificaciòn de las normas morales y la ley civil.

1980   La Ley antigua es la primera etapa de la Ley revelada. Sus prescripciones morales se resumen en los diez mandamientos.

1981   La Ley de Moisès contiene muchas verdades naturalmente accesibles a la razòn. Dios las ha revelado porque los hombres no las leìan en su corazòn.

1982   La Ley antigua es una preparaciòn al Evangelio.

1983   La Ley nueva es la gracia del Espìritu Santo recibida mediante la fe en Cristo, que opera por la caridad. Se expresa especialmente en el Sermòn del Señor en la montaña y utiliza los sacramentos para comunicarnos la gracia.

1984   La Ley evangèlica cumple, supera y lleva a su perfecciòn la Ley antigua: sus promesas mediante las bienaventuranzas del Reino de los cielos, sus mandamientos, reformando el corazòn que es la raìz de los actos.

1985   La Ley nueva es ley de amor, ley de gracia, ley de libertad.

1986   Màs allà de sus precptos, la Ley nueva contiene los consejos evangèlicos. " La santidad de la Iglesia tambièn se fomenta de manera especial con los mùltiples consejos que el Señor propone en el Evangelio a sus discìpulos para que los practiquen"( LG 42)." ( CIC 1975-1986).

Comentario:

El Señor claramente nos dijo que:" El Hijo del hombre  no ha venido  a abolir la ley sino a darle plenitud" y esa plenitud es recibirlo a El como enviado por el Padre para darnos a conocer el amor que Dios nos tiene y su voluntad de que " todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad", es el  Espìritu Santo quièn nos santifica y nos dà a conocer la verdad que es Cristo para eso debemos escuchar en el silencio de la oraciòn su voz  que clama en nuestros corazones " Abba". 



domingo, 13 de febrero de 2022

" Vida en Cristo" ( 1965- 1974 )

 


                                                          " La Ley nueva o Ley evangèlica"

1965   La Ley nueva o Ley evangèlica es la perfecciòn aquì abajo de la ley divina, natural y revelada. Es obra de Cristo y se expresa particularmente en el Sermòn de la Montaña. Es tambièn obra del Espìritu Santo, y por El viene a ser la ley interior de la caridad:  "Concertarè con la casa de Israel una alianza nueva..., pondrè mis leyes en su mente, en sus corazones las grabarè; y yo serè su Dios y ellos seràn mi pueblo" ( Hb 8, 8-10; Cf. Jr 31, 31-34).

1966   La Ley nueva es la gracia del Espìritu Santo dada a los fieles mediante la fe en Cristo. Actùa por la caridad, utiliza el Sermòn del Señor para enseñarnos lo que hay que hacer, y los sacramentos para comunicarnos la gracia de realizarlo:

  El que quiera meditar con piedad y perspicacia el Sermòn que nuestro Señor pronunciò en la montaña, segùn lo leemos en el Evangelio de San Mateo, encontrarà en èl sin duda alguna la carta perfecta de la vida cristiana...Este Sermòn contiene todos los preceptos propios para guiar la vida cristiana ( San Agustìn, serm. Dom, 1, 1).

1967   La Ley evangèlica " da cumplimiento" ( Cf. Mt 5, 17-19), purifica, supera y lleva a su perfecciòn la Ley antigua. En las " Bienaventuranzas" da cumplimiento a las promesas divinas elevàndolas y ordenàndolas al " Reino de los cielos". Se dirige a los que estàn dispuestos a acoger con fe esta esperanza nueva: los pobres, los humildes, los afligidos, los limpios de corazòn, los perseguidos a causa de Cristo, trazando asì los caminos sorprendentes del Reino.

1968   La Ley evangèlica lleva a plenitud los mandamientos de la Ley. El Sermòn del monte, lejos de abolir o devaluar las prescripciones morales de la Ley antigua, extrae de ella sus virtualidades ocultas y hace surgir de ella nuevas exigencias: revela toda su verdad divina y humana. No añade preceptos exteriores nuevos, pero llega a reformar la raìz de los actos, el corazòn, donde el hombre elige entre lo puro y lo impuro ( Cf. Mt 15, 18-19), donde se forman la fe, la esperanza y la caridad, y con ellas las otras virtudes. El Evangelio conduce asì la Ley a su plenitud mediante la imitaciòn de la perfecciòn del Padre celestial ( Cf. Mt 5, 48), mediante el perdòn de los enemigos y la oraciòn por los perseguidores, segùn el modelo de la generosidad divina ( Cf. Mt 5, 44).

1969   La Ley nueva practica los actos de la religiòn: la limosna, la oraciòn y el ayuno, ordenàndolos al " Padre que ve en lo secreto" por oposiciòn al deseo " de ser visto por los hombres" ( Cf. Mt 6, 1-6; 16-18). Su oraciòn es el Padrenuestro ( Mt 6, 9-13).

1970   La Ley evangèlica entraña la elecciòn decisiva entre " los dos caminos" ( cf. Mt 7, 13-14) y la pràctica de las palabras del Señor ( Cf. Mt 7, 21-27); està resumida en la " regla de oro": " Todo cuanto queràis que os hagan los hombres, hacèdselo tambièn vosotros; porque èsta es la Ley y los profetas" ( Mt 7, 12; Cf. Lc 6, 31).

1971   Al Sermòn del monte conviene añadir la catequesis moral de las enseñanzas apostòlicas, como Rm 12-15; 1Co 12-13; Col 3-4; Ef 4-5, etc. Esta doctrina transmite la enseñanza del Señor con la autoridad de los apòstoles, especialmente exponiendo las virtudes que derivan de la fe en Cristo y que anima la caridad, el principal don del Espìritu Santo. " Vuestra caridad sea sin fingimiento... amàndoos cordialmente los unoa a los otros..., con la alegrìa de la esperanza; constantes en la tribulaciòn; perseverantes en la oraciòn; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad" ( Rm 12, 9-13). Esta catequesis nos enseña tambièn a tratar los casos de conciencia a la luz de nuestra relaciòn con Cristo y con la Iglesia ( Cf. Rm 14; 1Co 5- 10).

1972   La Ley nueva es llamada ley de amor, porque hace obrar por el amor que infunde el Espìritu Santo màs que por el temor; ley de gracia, porque confiere la fuerza de la gracia para obrar mediante la fe y los sacramentos; ley de libertad ( Cf. St 1, 25; 2, 12), porque nos libera de las observancias rituales y jurìdicas de la Ley antigua, nos inclina a obrar espontàneamente bajo el impulso de la caridad y nos hace pasar de la condiciòn del siervo " que ignora lo que hace su señor", a la de amigo de Cristo, " porque todo lo que he oìdo a mi Padre os lo he dado a conocer" ( Jn 15, 15), o tambièn a la condiciòn de hijo heredero ( Cf. Ga 4, 1-7, 21-31; Rm 8, 15).

1973   Màs allà de sus preceptos, la Ley nueva contiene los consejos evangèlicos. la distinciòn tradicional entre mandamientos de Dios y consejos evangèlicos se establece por relaciòn a la caridad, perfecciòn de la vida cristiana. Los preceptos estàn destinados a apartar lo que es incompatible con la caridad. Los consejos tiene por fin apartar lo que, incluso sin serle contrario, puede constituir un impedimento al desarrollo de la caridad  (Cf. Santo Tomàs de Aquino, s. th. 2-2, 184, 3).

1974   Los consejos evangèlicos manifiestan la plenitud viva de una caridad que nunca se sacia. Atestiguan su fuerza y estimulan nuestra prontitud espiritual. La perfecciòn de la Ley nueva consiste esencialmente en los preceptos del amor de Dios y del pròjimo. Los consejos indican vìas màs directas, medios màs apropiados, y han de practicarse segùn la vocaciòn de cada uno:

( Dios) no quiere que cada uno observe todos los consejos, sino solamente los que son convenientes segùn la diversidad de las personas, los tiempos, las ocasiones, y las fuerzas, como la caridad lo requiera. Porque es èsta la que, como reina de todas las virtudes, de todos los mandamientos, de todos los consejos y en suma de todas las leyes y de todas las acciones cristianas, la que da a todos y a todas rango, orden, tiempo y valor ( San Francisco de Sales, amor 8, 6)." ( Cic 1965-1974).

Comentario:

Recordemos que la pobreza, el dolor, el sufrimiento, las persecuciones...., no son castigos sino parte de nuestra condiciòn humana no podemos olvidar que el Señor sufriò todo eso como hombre y nos enseñò a tener firme la confianza en nuestro Padre Dios, debemos trabajar con entusiasmo para superar las dificultades sabiendo que " todo es para bien" sin perder la esperanza. Cuando el Señor nos enseñò las bienaventuranzas nos trazò un estilo de vida segùn su corazòn.







domingo, 6 de febrero de 2022

" Vida en Cristo" ( CIC 1961-1964)

 


                                                             " II La Ley antigua


1961   Dios, nuestro Creador y Redentor, eligiò a Israel como su pueblo y le revelò su Ley, preparando asì la venida de Cristo. La Ley de Moisès contiene muchas verdades naturalmente accesibles a la razòn. Estas estàn declaradas y auntentificadas en el marco de la Alianza de la salvaciòn.

1962   La Ley antigua es el primer estado de la Ley revelada. Sus prescripciones morales estàn resumidas en los Diez mandamientos. Los preceptos del Decàlogo establecen los fundamentos de la vocaciòn del hombre, formado a imagen de Dios. Prohiben lo que es contrario al amor de Dios y del pròjimo, y prescriben lo que les es esencial. El Decàlogo es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para manifestarle la llamada y los caminos de Dios, y para protegerle contra el mal:

Dios escribiò en las tablas de la Ley lo que los hombres no leìan en sus corazones ( San Agustìn, Sal.57, 1).

1963   Segùn la tradiciòn cristiana, la Ley santa ( Cf. Rm 7, 12), espiritual ( Cf. Rm 7, 14) y buena ( Cf. Rm 7, 16) es todavìa imperfecta. Como un pedagogo ( Cf. Ga 3, 24) muestra lo que es preciso hacer, pero no da de suyo la fuerza, la gracia del Espìritu para cumplirlo. A causa del pecado, que ella no puede quitar, no deja de ser una ley de servidumbre. Segùn San Pablo tiene por funciòn principal denunciar y manifestar el pecado, que forma una  "ley de concupiscencia" ( Cf. Rm 7) en el corazòn del hombre. No obstante, la Ley constituye la primera etapa en el camino del Reino. Prepara y dispone al pueblo elegido y a cada cristiano a la conversiòn y a la fe en el Dios Salvador. Proporciona una enseñanza que subsiste para siempre, como la Palabra de Dios.

1964   La Ley antigua es una preparaciòn para el Evangelio. " La ley es profecìa y pedagogìa de las realiades venideras" ( San Ireneo, haer. 4, 15, 1). Profetiza y presagia la obra de liberaciòn del pecado que se realizarà con Cristo; suministra al Nuevo Testamento las imàgenes, los " tipos", los sìmbolos para expresar la vida segùn el Espìritu. La Ley se completa mediante la enseñanza de los libros sapienciales y de los profetas, que la orientan hacia la Nueva Alianza y el Reino de los cielos.

Hubo...bajo el règimen de la Antigua Alianza, gentes que poseìan la caridad y la gracia del Espìritu Santo y aspiraban ante todo a las promesas espirituales y eternas, en lo cual se adherìan a la Ley nueva. Y al contrario, existen en la Nueva Alianza, hombres carnales alejados todavìa de la precepciòn de la Ley nueva: para incitarlos a las obras virtuosas, el temor del castigo y ciertas promesas temporales han sido necesarias, incluso bajo la Nueva Alianza. En todo caso, aunque la Ley antigua prescribia la caridad, no daba el Espìritu Santo, por el cual " la caridad es difundida en nuestros corazones" ( Rm 5, 5) ( Santo Tomàs de A...s. th. 1.2, 107, 1 ad 2)." ( CIC 1961-1964).

Comentario:

El mismo Señor Jesùs en una discusiòn con los fariseos y letrados sobre el cumplimiento estricto de la ley dice " No he venido a abolir la ley y los profetas, no he venido a abolir sino a darle plenitud a la Ley".