domingo, 30 de agosto de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( 1514-1519)

 


                                            II Quién recibe y quién administra

                                                este sacramento

1514   La Unción de los enfermos " no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de morir. Por eso, se considera tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez" ( SC 73; Cf. CIC can. 1004, 1; 1005; 1007; CCEO can 738).

1515   Si un enfermo que recibió la unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir de nuevo este sacramento. En el curso de la misma enfermedad, el sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la unción de los enfermos antes de una operación importante. Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan.

                                             "...llame a los presbíteros de la Iglesia"

1516   Sólo los sacerdotes ( obispos y presbíteros) son ministros de la Unción de los enfermos ( Cf. Cc de Trento: DS 1697; CIC can. 1003; CCEO can. 739, 1). Es deber de los pastores instruir a los fieles sobre los beneficios de este sacramento. Los fieles deben animar a los enfermos a llamar al sacerdote para recibir este sacramento. Y que los enfermos se preparen para recibirlo en las buenas disposiciones, con la ayuda de su pastor y de toda la comunidad eclesial a la cual se invita a acompañar muy especialmente a los enfermos con sus oraciones y sus atenciones fraternas.

                                                 III La celebración del sacramento

1517   Como en todos los sacramentos, la Unción de los enfermos se celebra de forma litúrgica y comunitaria ( Cf. SC 27), que tiene lugar en familia, en el hospital o en la iglesia, para un enfermo o grupo de enfermos. Es muy conveniente que se celebre dentro de la Eucaristía, memorial de la Pascua del Señor. Si las circunstancias lo permiten, la celebración del sacramento puede ir precedida del sacramento de la Penitencia y seguida del sacramento de la Eucaristía. En cuanto sacramento de la Pascua de Cristo, la Eucaristía debería ser siempre el último sacramento de la peregrinación terrenal, el " viático "para el " paso" a la vida eterna.

1518   Palabra y sacramento forman un todo inseparable. La liturgia de la Palabra, precedida de un acto de penitencia, abre la celebración. Las palabras de Cristo y el testimonio de los apóstoles suscitan la fe del enfermo y de la comunidad para pedir al Señor la fuerza de su Espíritu.


1519   La celebración del sacramento comprende principalmente estos elementos: " Los presbíteros de la Iglesia" ( St 5, 14) imponen- en silencio- las manos a los enfermos; oran por los enfermos en la fe de la Iglesia ( Cf. ST 5, 15); es la epiclesis propia de este sacramento; luego ungen al enfermo con óleo bendecido, si mes posible, por el obispo.

Estas acciones litúrgicas indican la gracia que este sacramento confiere a los enfermos" ( CIC 1514-1519).

Comentario: 

Tener la oportunidad de recibir este sacramento cada año a partir de los 60 años, es una gracia que no debemos rechazar y acudamos a ella cuando en la parroquia nos invitan, especialmente, en la Semana Santa a recibirlo.

 No sabemos " ni el día ni la hora " en que tendremos nuestro encuentro definitivo con Nuestro Padre Dios estemos con las " lámparas" de la caridad encendidas para ese encuentro. San Juan de la Cruz decía " al atardecer de la vida, seremos juzgados en el Amor".

 



domingo, 23 de agosto de 2020

" La celebración del misterio cristiano ( CIC 1506-1513)

 

                                                  " Sanad a los enfermos..."


1506   Cristo invita a sus discípulos a seguirle tomando a su vez su cruz ( Cf. Mt 10, 38). Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y humilde. Les hace participar de su ministerio de compasión y de curación : " Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban" ( Mc 6, 12-13).

1507   El Señor resucitado renueva este envío ( En mi nombre...impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien", Mc 16, 17-18) y lo confirma con los signos que la Iglesia realiza invocando su nombre  (Cf. Hch 9, 34; 14, 3). Estos signos manifiestan de una manera especial que Jesús es verdaderamente "Dios que salva". ( Cf. Mt 1,21; Hch 4, 12).

1508   El Espíritu Santo da a algunos un carisma especial de curación ( Cf. 1Co 12, 9.28.30) para manifestar la fuerza de la gracia del Resucitado. Sin embargo, ni siquiera las oraciones más fervorosas obtienen la curación de todas las enfermedades. Así san Pablo aprende del Señor que " mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza" ( 2Co 12, 9 ), y que los sufrimientos que tengo que padecer, tienen como sentido lo siguiente: " Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" ( Col 1, 24).

1509   "¡ Sanad los enfermos!" ( Mt 10, 8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna ( Cf. Jn 6, 54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (Cf. 1Co 11, 30).

1510   No obstante, la Iglesia apostólica tuvo un rito propio en favor de los enfermos, atestiguado por Santiago: "¿ Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" ( St 5, 14-15). La Tradición ha reconocido en este rito uno de los siete sacramentos de la Iglesia ( CF. DS 216; 1324-1325; 1695-1696; 1716-1717).

                                             Un sacramento de los enfermos

1511   La Iglesia cree y confiesa que, entre los siete sacramentos, existe un sacramento especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad: la Unción de los enfermos:

Esta Unción santa de los enfermos fue instituida por Cristo nuestro Señor como un sacramento del Nuevo Testamento, verdadero y propiamente dicho, insinuado por Marcos ( Cf. Mc 6, 13), recomendado a los fieles y promulgado por Santiago, apóstol y hermano del Señor [ Cf. St 5, 14-15]( Cc de Trento: DS 1695).

1512   En la tradición litúrgica, tanto en Oriente como en Occidente, se poseen desde la antigüedad testimonios de unciones de enfermos practicadas con aceite bendito. En el transcurso de los siglos, la Unción de enfermos fue conferida, cada vez más exclusivamente, a los que estaban a punto de morir. A causa de esto, había recibido el nombre de " Extremaunción". A pesar de esta evolución, la liturgia nunca dejó de orar al Señor a fin de que el enfermo pudiera recobrar su salud si así convenía a su salvación ( Cf. DS 1696).

1513   La constitución apostólica " Sacram Unctionem infirmorum" del 30 de noviembre de 1972, de conformidad con el Concilio Vaticano II ( Cf. SC 73), estableció que, en adelante, en el rito romano, se observara lo que sigue:

El sacramento de la Unción de los enfermos se administra a los gravemente enfermos, ungiéndolos en la frente y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido o, según las circunstancias, con otro aceite de plantas, y pronunciando una sola vez estas palabras: " Per istam sactam unctionem et suam piissimam misericordiam adiuvet te Dominus gratia Spiritus Sancti ut a peccatis liberatum te salvet atque propitius allevet" ( " Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad" ( Cf. CIC can. 847, 1).

Comentario:

En este tiempo de pandemia es muy importante que se administre el sacramento de la unción de los enfermos a quienes están enfermos, es por eso, que en los hospitales y clínicas y en las UCI los sacerdotes están prestando un servicio de caridad y amor con los fieles enfermos y por eso muchos de ellos se han contagiado y algunos han fallecido es nuestro deber rezar por ellos y por el personal médico y auxiliares de enfermería que están atendiendo en la primera línea esta emergencia. 

domingo, 16 de agosto de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1499- 1505)

 


                                          Artículo 5: La Unción de los enfermos


1499   " Con la Sagrada Unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo y contribuir, así, al bien del Pueblo de Dios"        ( LG 11).

                                            I Fundamentos en la economía

                                               de la salvación

                                             La enfermedad en la vida humana

1500   La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la muerte.

1501  La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a El.

                                       El enfermo ante Dios

1502   El hombre del Antiguo Testamento vive la enfermedad de cara a Dios. Ante Dios se lamenta por su enfermedad ( Cf. Sal 38) y de El que es el Señor de la vida y de la muerte, implora la curación ( Cf. Sal 6, 3; Is 38). La enfermedad se convierte en camino de conversión ( Cf. Sal 38, 5; 39, 9, 12 ) y el perdón de Dios inaugura la curación ( Cf. Sal 32, 5; 107, 20; Mc 2, 5- 12). Israel experimenta que la enfermedad, de una manera misteriosa, se vincula al pecado y al mal; y que la fidelidad a Dios, según su Ley, devuelve la vida: " Yo, el Señor soy el que te sana" ( Ex 15, 26). El profeta entrevé que el sufrimiento puede tener también un sentido redentor por los pecados de los demás ( Cf. Is 53, 11). Finalmente, Isaías anuncia que hará venir un tiempo para Sión en que perdonará toda falta y curará toda enfermedad ( Cf. Is 33, 24).

                                       Cristo, médico

1503   La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase ( Cf. Mt 4, 24) son un signo maravilloso de que " Dios ha visitado a su pueblo" ( Lc 7, 16) y que el Reino de Dios está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los pecados ( Cf. Mc 2, 5- 12): vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el médico que los enfermos necesitan ( Cf. Mc 2, 17). Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos:  "Estuve enfermo y me visitasteis" ( Mt 25, 36). Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables esfuerzos por aliviar a los que sufren.

1504   A menudo Jesús pide a los enfermos que crean ( Cf. Mc 5, 34.36; 9, 23 ). Se sirve de signos para curar: saliva e imposición de manos ( Cf. Mc 7, 32-36; 8, 22-25), barro y ablución ( Cf. Jn 9, 6s). Los enfermos tratan de tocarlo ( Cf. Mc 1, 41; 3, 10; 6, 56) " pues salía de El una fuerza que los curaba a todos" ( Lc 6, 19). Así, en los sacramentos, Cristo continúa " tocándonos" para sanarnos.

1505   Conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no sólo se deja tocar por los enfermos, sino que hace suyas sus miserias: " El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" ( Mt 8, 17; Cf. Is 53, 4). No curó a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios. Anunciaban una curación radical: la victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua. En la Cruz, Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal ( Cf. Is 53, 4-6) y quitó el " pecado del mundo" ( Jn 1,29), del que la enfermedad no es sino una consecuencia. Por su pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces éste nos configura con El y nos une a su pasión redentora." ( CIC 1499- 1505).

Comentario:

La muerte es una realidad que todos sabemos algún día llegará para nosotros y nuestros seres queridos tengamos muy presente el sacramento de la Unción de los enfermos para pedir su administración a nuestros seres queridos enfermos y a nosotros mismos cuando la enfermedad nos ataca para estar preparados si es el fin de nuestra vida terrena. Recordemos siempre que esta vida  es un cuarto de hora que se nos ha dado para ganarnos la felicidad para siempre! para siempre!

domingo, 9 de agosto de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1485-1498)

 


                                                                  " Resumen


1485  En la tarde de Pascua, el Señor Jesús se mostró a los apóstoles y les dijo: " Recibid el Espíritu               Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les               quedan retenidos" ( Jn 20, 22-23).


1486  El perdón de los pecados cometidos después del Bautismo es concedido por un sacramento                      propio llamado sacramento de la Conversión, de la Confesión, de la Penitencia o de la                           Reconciliación.


1487  Quien peca lesiona el honor de Dios y su amor, su propia dignidad de hombre llamado a ser hijo            de Dios y el bien espiritual de la Iglesia, de la que cada cristiano debe ser una piedra viva.


1488  A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias                  para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.


1489  Volver a la comunión con Dios, después de haberlo perdido por el pecado, es un movimiento que            nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres. Es                  preciso pedir este don precioso para sí mismo y para los demás. 


1490  El movimiento de retorno a Dios, llamado conversión y arrepentimiento, implica un dolor y una              aversión respecto a los pecados cometidos, y el propósito firme de no volver a pecar. La                          conversión, por tanto, mira al pasado y al futuro; se nutre de la esperanza en la misericordia                 divina.


1491  El sacramento de la Penitencia está constituido por el conjunto de tres actos realizados por el                penitente, y por la absolución del sacerdote. Los actos del penitente son: el arrepentimiento, la               confesión o manifestación de los pecados al sacerdote y el propósito de realizar la reparación y             las obras de penitencia.


1492  El arrepentimiento ( llamado también contrición), debe estar inspirado en motivaciones que                    brotan de la fe. Si el arrepentimiento es concebido por amor de caridad hacia Dios, se le llama             "perfecto"; si está fundado en otros motivos se le llama " imperfecto".


1493  El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote                    todos los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerda tras examinar                        cuidadosamente su conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la confesión de las faltas veniales está            recomendada vivamente por la Iglesia.


1494  El confesor impone al penitente el cumplimiento de ciertos actos de " satisfacción" o de                         "penitencia", para reparar el daño causado por el pecado y restablecer los hábitos propios del                discípulo de Cristo.


1495  Sólo los sacerdotes que han recibido de la autoridad de la Iglesia la facultad de absolver, pueden            ordinariamente perdonar los pecados en nombre de Cristo. 


1496  Los efectos espirituales del sacramento de la Penitencia son:

          - la reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia;

          - la reconciliación con la Iglesia;

          - la remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales;

          - la remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado;

          - la paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelos espiritual;

        - el acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano.


1497  La confesión individual e íntegra de los pecados graves, seguida de la absolución es el único                  medio ordinario para la reconciliación con Dios y con la Iglesia.


1498  Mediante las indulgencias, los fieles pueden alcanzar para sí mismos y también para las almas             del Purgatorio la remisión de las penas temporales, consecuencia de los pecados." 

         ( CIC 1485- 1498).


Comentario:

Tratemos de recordar los beneficios de una buena confesión y las condiciones para que así sea: clara, concreta y precisa para que al acceder al sacramento recibamos todas las gracias que el Señor quiere regalarnos y nos acerquemos cada día más a la meta " Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" el Señor nos dá la gracia !!! 

domingo, 2 de agosto de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1478- 1484)

    


                                                " Obtener la indulgencia de Dios 
                                                    por medio de la Iglesia



1478   Las indulgencias se obtienen por la Iglesia que, en virtud del poder de atar y desatar que le fue concedido por Cristo Jesús, interviene en favor de un cristiano y le abre el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos para obtener del Padre de la misericordia, la remisión de las penas temporales debidas por sus pecados. Por eso la Iglesia no quiere solamente acudir en ayuda de este cristiano, sino también impulsarlo a hacer obras de piedad, de penitencia y de caridad ( Cf. Pablo VI, ibíd. 8; Cc de Trento: DS 1835).

1479   Puesto que los fieles difuntos en vía de purificación son también miembros de la misma comunión de los santos, podemos ayudarles, entre otras formas, obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados.

                                                 XI La celebración del sacramento 
                                                     de la Penitencia

1480   Como todos los sacramentos, la Penitencia es una acción litúrgica. Ordinariamente los elementos de su celebración son: saludo y bendición del sacerdote, lectura de la Palabra de Dios para iluminar la conciencia y suscitar la contrición, y exhortación al arrepentimiento; la confesión que reconoce los pecados y los manifiesta al sacerdote; la imposición y la aceptación de la penitencia; la absolución del sacerdote, alabanza de acción de gracias y despedida con la bendición del sacerdote.

1481   La liturgia bizantina posee expresiones diversas de absolución, en forma deprecativa, que expresan admirablemente el misterio del perdón: " Que el Dios que por el profeta Natán perdonó a David cuando confesó sus pecados, y a Pedro cuando lloró amargamente, y a la pecadora cuando derramó lágrimas sobre sus pies, y al publicano, y al pródigo, este mismo Dios, por medio de mí, pecador, os perdone en esta vida y en la otra y que os haga comparecer sin condenaros en su temible ritual. El que es bendito por los siglos de los siglos. Amén".

1482   El sacramento de la Penitencia puede también celebrarse en el marco de una celebración comunitaria, en la que los penitentes se preparan a la confesión y juntos dan gracias por el perdón recibido. Así la confesión personal de los pecados y la absolución individual están insertadas en una liturgia de la Palabra de Dios, con lecturas y homilía, examen de conciencia dirigido en común, petición comunitaria del perdón, rezo del Padrenuestro y acción de gracias en común. Esta celebración comunitaria expresa más claramente el carácter eclesial de la penitencia. En todo caso cualquiera que sea la manera de su celebración, el sacramento de la Penitencia es siempre, por su naturaleza misma, una acción litúrgica, por tanto, eclesial y pública ( Cf. SC 26- 27).

1483   En casos de necesidad grave se puede recurrir a la celebración comunitaria de la reconciliación con confesión general y absolución general. Semejante necesidad grave puede presentarse cuando hay un grave peligro inminente de muerte sin que el sacerdote o los sacerdotes tengan tiempo suficiente para oír la confesión de cada penitente. La necesidad grave puede existir también cuando, teniendo en cuenta el número de penitentes, no hay bastantes confesores para oír debidamente las confesiones individuales en un tiempo razonable, de manera que los penitentes sin culpa suya, se verían privados durante largo tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comunión. En este caso, los fieles deben tener para la validez de la absolución, el propósito de confesar individualmente sus pecados graves en su debido tiempo ( Cf. CIC can 962, 1). Al obispo diocesano corresponde juzgar si existen las condiciones requeridas para la absolución general ( Cf. CIC can. 961, 1). Una gran concurrencia de fieles con ocasión de grandes fiestas o de peregrinaciones no constituyen por su naturaleza ocasión de la referida necesidad grave ( Cf. CIC can. 961, 1).

1484   " La confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad física o moral excuse de este modo de confesión" ( OP 31). Y esto se establece así por razones profundas. Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: " Hijo, tus pecados están perdonados" ( Mc 2, 5); es el médico que, se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de él ( Cf. Mc 2, 17) para curarlos; los restaura y los devuelve a la comunión fraterna. Por tanto, la confesión personal es la forma más significativa de la reconciliación con Dios y con la Iglesia" ( CIC 1478- 1484).


Comentario:

Recordemos que desde marzo el Papa Francisco nos animó para hacer el acto  de contrición perfecta antes de la comunión espiritual para tener estos dos sacramentos durante el tiempo que duren cerradas las iglesias por la pandemia y tener el propósito de acudir al sacramento tan pronto se habiliten de nuevo la celebración normal de los sacramentos.