martes, 31 de octubre de 2017

" La profesión de la fe " ( CIC 691-695)




  " II El nombre, los apelativos y los símbolos del Espíritu Santo

                                                   El nombre propio del Espíritu Santo

 

691 " Espíritu Santo", tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el bautismo de sus nuevos hijos  (Cf. Mt 28, 19).

                   El término " Espíritu" traduce el término hebreo " Ruah", que en su primera acepción significa soplo, aire, viento. Jesus utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad trascendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu divino ( Jn 3, 5-8). Por otra parte, Espíritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equivoco posible con los demás empleos de los términos " espíritu" y " santo".

                                                 Los apelativos del Espíritu Santo

692 Jesùs cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el " Paràclito", literalmente " aquel que es llamado junto a uno", " advocatus" ( Jn 14, 16-26; 15, 26; 16, 7).  "Paràclito" se traduce habitualmente por " Consolador", siendo Jesùs el primer consolador ( Cf. 1Jn 2, 1). El mismo Señor llama al Espíritu Santo " Espíritu de Verdad" ( Jn 16, 13).

693 Además de su nombre propio que es el más empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de los apóstoles, en san Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Espíritu de la promesa ( Ga 3, 14; Ef 1, 13), el Espíritu de adopción ( Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Espíritu de Cristo ( Rm 8, 11), el Espíritu del Señor ( 2Co 3, 17), el Espíritu de Dios ( Rm 8, 9-14; 15, 19; 1Co 6, 11; 7, 40), y en san Pedro, el Espíritu de gloria ( 1P 4, 14).

                                           Los sìmbolos del Espìritu Santo


694 El agua. El simbolismo del agua es significativo del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que, después de la invocación del Espíritu Santo, ésta se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo que la gestación de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, así el agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da en el Espíritu Santo. Pero" bautizados en un solo Espíritu", también " hemos bebido de un solo Espíritu"  (1Co 12, 13): el Espíritu es, pues, también personalmente el agua viva que brota de Cristo crucificado ( Cf. Jn 19, 34; 1Jn 5, 8) como de su manantial y que en nosotros brota en vida eterna ( Cf. Jn 4, 10-14; 7, 38; Ex 17, 1-6; Is 55, 1; Za 14, 8; 1Co 10,4; Ap 21, 6; 22, 17).

695 La unción  El simbolismo de la unción con el óleo es también significativo del Espíritu Santo, hasta el punto que se ha convertido en sinónimo suyo ( Cf. 1Jn 2, 20.27; 2Co  1, 21). En la iniciación cristiana es el signo sacramental de la Confirmación, llamada justamente en las Iglesias de Oriente ""Crismaciòn". Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a la Unción primera realizada por el Espíritu Santo: la de Jesùs. Cristo (" Mesìas" en hebreo) significa " Ungido" del Espíritu de Dios. En la Antigua Alianza hubo " ungidos" del Señor ( Cf. Ex 30, 22-32), de forma eminente el rey David ( Cf. 1S 16, 13). Pero Jesùs es el  Ungido de Dios de una manera única: la humanidad que el Hijo asume está totalmente " ungida por el Espíritu Santo ". Jesùs  es constituido  "Cristo" por el Espíritu Santo ( Cf. Lc 4, 18-19; Is 61, 1). La Virgen Maria concibe a Cristo del Espíritu Santo quien por medio del ángel lo anuncia como Cristo en su nacimiento ( Cf. Lc 2, 11) e impulsa a Simeon a ir al Templo a ver al Cristo del Señor ( Cf. Lc 2, 26-27); es de quien Cristo está lleno ( Cf. Lc 4, 1) cuyo poder emana de Cristo en las curaciones y en sus acciones salvìficas.( Cf. Lc 6, 19; 8, 46). Es El en fin  quien resucita a Jesùs de entre los muertos ( Cf. Rm 1, 4; 8, 11). Por tanto, constituido plenamente " Cristo" en su Humanidad victoriosa de la muerte ( Cf. Hah 2, 36), Jesùs distribuye profusamente el Espíritu Santo hasta que " los santos" constituyan, en su unión con la Humanidad del Hijo de Dios, " ese Hombre perfecto...que realiza la plenitud de Cristo" ( Ef 4, 13):  "el Cristo total" según la expresión de san Agustín." ( CIC 691-695).


Comentario: Debemos ser dóciles a la acción del Espíritu Santo. La fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra. El Espíritu Santo continúa asistiendo a la Iglesia de Cristo, para que sea- siempre y en todo- signo levantado ante las naciones, que anuncia a la humanidad la benevolencia y el amor de Dios. Por eso el Papa , sea quien sea, nos anima " No tengáis miedo".


domingo, 22 de octubre de 2017

" La profesión de la fe" ( CIC 687-690)




                      " Artículo 8: " Creo en el Espíritu Santo"


687 " Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" ( 1Co 2, 11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se  revela a sí mismo. El que " habla por los profetas" nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a El no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos " desvela " a Cristo " no habla de sí mismo" ( Jn 16, 13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué " el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce", mientras que los que creen en Cristo le conocen porque El mora en ellos.
( Jn 14, 17).

688 La Iglesia, comunión viviente en la fe de los apóstoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo:

                   - en  las Escrituras que El ha inspirado;

                   - en la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales;

                  - en el Magisterio de la Iglesia, al que El asiste;

                  - en la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu              Santo nos pone en comunicación con Cristo;

                 - en la oración en la cual El intercede por nosotros;

                 - en los carismas y ministerios mediante los que se edifica la Iglesia;

                 - en el testimonio de los santos, donde El manifiesta su santidad y continúa la obra de la salvación.

                                      I La misión conjunta del Hijo y del Espíritu


689 Aquél al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu de su Hijo ( Cf. Ga 4, 6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la vida íntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo. Pero al adorar a la Santísima Trinidad vivificante, consubstancial e indivisible, la fe de la Iglesia profesa también la distinción de las Personas. Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su aliento: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta Imagen visible de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo revela.

690 Jesùs es Cristo, " ungido", porque el Espíritu es su Unción y todo lo que sucede a partir de la Encarnación mana de esta plenitud ( Cf. Jn 3, 34). Cuando por fin Cristo es glorificado ( Jn 7, 39), puede a su vez, de junto al Padre, enviar el Espíritu a los que creen en El: El les comunica su Gloria  (Cf. Jn 17, 22), es decir, el Espíritu Santo que lo glorifica ( Cf. Jn 16, 14). La misión conjunta y mutua se desplegará desde entonces en los hijos adoptados por el Padre en el Cuerpo de su Hijo: la misión del Espíritu de adopción será unirlos a Cristo y hacerles vivir en El:

                          La noción de la unción sugiere...que no hay ninguna distancia entre el Hijo y el Espíritu. En efecto, de la misma manera que entre la superficie del cuerpo y la unción del aceite ni la razón ni los sentidos conocen ningún intermediario, así es inmediato el contacto del Hijo con el Espíritu...de tal modo que quien va a tener contacto con el Hijo por la fe tiene que tener antes contacto necesariamente con el óleo. En efecto, no hay parte alguna que esté desnuda del Espíritu Santo. Por eso es por lo que la confesión del Señorío del Hijo se hace en el Espíritu Santo por aquellos que la aceptan, viniendo el Espíritu desde todas partes delante de los que se acercan por la fe ( San Gregorio de Nisa, Spir. 3, 1) " ( CIC 687-690).

Comentario: " Yo rogaré al Padre- anuncio el Señor a sus discípulos- y os dará otro Consolador para que esté con vosotros eternamente". Jesùs ha mantenido sus promesas: ha resucitado, ha subido a los cielos y, en unión con el Eterno Padre, nos envía el Espíritu Santo para que nos santifique y nos dé vida. Esa es la razón de nuestra esperanza no importan las dificultades por las que atraviese la Iglesia, y con  ella nosotros, Cristo está con nosotros y Dios no pierde batallas.  




domingo, 15 de octubre de 2017

" La profesión de la fe" ( CIC 683-686)



                                                          "Capítulo tercero


                                                   " Creo en el Espíritu Santo"

683 " Nadie puede decir: ' ¡Jesùs es Señor! ' sino por el influjo del Espíritu Santo" ( 1Co 12, 3). " Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡ Abba, Padre!" ( Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por el Espíritu Santo. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia:

                  El Bautismo nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo  ( San Ireneo , dem 7).


684 El Espíritu Santo con su gracia es el " primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva que es: " Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo" ( Jn 17, 3). No obstante, es el " último" en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad. San Gregorio Nacianceno, " el Teólogo", explica esta progresión por medio de la pedagogía de la   "condescendencia" divina:

                  El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente el Padre, y más oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresión un poco atrevida...Así por avances y progresos " de gloria en gloria", es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más espléndidos ( San Gregorio Nacianceno, or. theol. 5,26; PG 36, 16C).

685 Creer en el Espíritu Santo es, por tanto, profesar que el Espíritu Santo es una de las personas de la Santísima Trinidad Santa, consubstancial al Padre y al Hijo " que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria" ( Símbolo de Nicea- Constantinopla). Por eso se ha hablado del misterio divino del Espíritu Santo en la " teología" trinitaria, en tanto que aquí no se tratara del Espíritu Santo sino en la " Economía " divina.

686 El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero es en los " últimos tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora cuando es reconocido y acogido como persona. Entonces, este Designio divino, que se consuma en Cristo, " primogénito" y Cabeza de la nueva creación, se realiza en la humanidad por el Espíritu que nos es dado: la Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de los pecadso, la resurrección de la carne, la vida eterna". ( CIC 683-686).

Comentario: Los Hechos de los Apóstoles, al narrarnos los acontecimientos del día de Pentecostés en el que el Espíritu Santo descendió en forma de lenguas de fuego sobre los discípulos de Nuestro Señor, nos hacen asistir a la gran manifestación del poder de Dios, con el que la Iglesia inició su camino entre las naciones. Los discípulos que ya eran testigos de la gloria del Resucitado, experimentaron en sí la fuerza del Espíritu Santo, de hombres débiles y temerosos se convierten en valientes testigos del Resucitado. El Espíritu Santo, que es espíritu de fortaleza, los ha hecho firmes, seguros, audaces.  





domingo, 8 de octubre de 2017

" La profesión de la fe" ( CIC 677)




"677 La Iglesia solo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección ( Cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará,  por tanto, mediante un  triunfo histórico de la Iglesia ( Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal ( Cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa ( Cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomar la forma de Juicio final ( Cf. Ap 20; 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa ( Cf. 2P 3, 12-13)" CIC 677).


Comentario : En el blog anterior quedó pendiente este punto que hace referencia al final de los tiempos.

" La profesión de la fe" (CIC 678-682)




                                                 II Para juzgar a vivos y muertos

678 Siguiendo a los profetas ( Cf. Dn 7, 10; Jl 3,4; MI 3, 19) y a Juan Bautista ( Cf. Mt 3, 7-12), Jesùs anunció en su predicación el Juicio del último Día.  Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno ( Cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones ( Cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1Co 4, 5). Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios ( Cf. Mt 11, 20-24; 12, 41-42). La actitud con respecto al prójimo revelará la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino ( Cf. Mt 5, 22; 7, 1-5). Jesus dirá en el último día: " Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" ( Mt 25, 40).


679 Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. " Adquirió" este derecho por su Cruz. El Padre también ha entregado " todo juicio al Hijo" ( Jn 5, 22; Cf. Jn 5, 27; Mt 25, 31; Hch 10, 42; 17, 31; 2Tm 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar  ( Cf. Jn 3, 17) y para dar la vida que hay en El ( Cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por la que cada uno se juzga ya a sí mismo ( Cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras ( Cf. 1Co 3, 12-15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor ( Cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).


                                                                    Resumen

680               Cristo, el Señor, reina ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del mal.

681              El día del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá en la gloria para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal, como el trigo y la cizaña habrán crecido juntos en el curso de la historia.

682             Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelar la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia." (CIC 678- 682).

Comentario: La predicación del  fin del mundo y el destino de Cielo o Infierno, así como la existencia del demonio, no debe ser ajena a nuestra meditación sobre la muerte y el destino final de nuestra vida, debemos enfrentarnos a estas realidades con serenidad y confianza porque quien nos juzgará no es un desconocido sino nuestro Padre y Señor que nos ha dejado claro el camino , la verdad y la vida siendo El  mismo " Camino, Verdad y Vida".

martes, 3 de octubre de 2017

" La profesión de la fe" ( CIC 673-676)




                                         El glorioso advenimiento  de Cristo, 
                                         esperanza de Israel

673 Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente ( Cf. Ap 22, 20), aun cuando a nosotros no nos " toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad" ( Hch 1,7; Cf. Mc 13, 32). Este advenimiento escatològico se puede cumplir en cualquier momento ( Cf. Mt 24, 44; 1Ts 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén " retenidos" en las manos de Dios ( Cf. 2Ts 2, 3-12).

674 La venida del Mesìas glorioso, en un momento determinado de la historia ( Cf. Rm 11, 31), se vincula al reconocimiento del Mesìas por " todo Israel" ( Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que " una parte está endurecida" ( Rm 11, 25) en " la incredulidad" ( Rm 11, 20) respecto a Jesùs. San Pedro dice a los judìos de Jerusalén después de Pentecostés: " Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesùs, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habla por boca de sus profetas" ( Hch 3, 19-21). Y san Pablo le hace eco: " Si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿ qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos? ( Rm 11, 5). La entrada de " la plenitud de los judìos" ( Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de " la plenitud de los gentiles" ( Rm 11, 25; Cf. Lc 21, 24), hará al Pueblo de Dios " llegar a la plenitud de Cristo" ( Ef 4, 13) en la cual " Dios será todo en nosotros" ( 1Co 15, 28).


                                                   La última prueba de la Iglesia

675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes ( Cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra ( Cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelarà el " Misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasìa de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudomesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesìas venido en la carne ( Cf. 2Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3; 2Jn 7; 1Jn 2, 18.22).


676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatològico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo ( Cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, intrínsecamente perverso" ( Cf. Pío XI, " Divini Redemptoris" que condena el " falso misticismo" de esta "falsificación de la redención de los humildes"; GS 20-21)." ( CIC  673-676).

Comentario: Es importante no quejarse de estos tiempos, ni ver en ellos acontecimientos apocalípticos. Amemos esta época nuestra, porque es el ámbito en el que hemos de lograr nuestra personal santificación. No admitamos nostalgias ingenuas y estériles: el mundo no ha estado nunca mejor. Desde siempre, desde la cuna de la Iglesia, cuando aún se escuchaba la predicación de los primeros doce, surgieron ya violentas las persecuciones, comenzaron las herejías, se propaló la mentira y se desencadenó el odio. Trabajemos con entusiasmo siendo sembradores de paz y de alegrià fijos los ojos en la figura y el ejemplo del Resucitado, El no pierde batallas.!!!