" La espera del Mesìas y de su Espíritu
711 " He aquí que yo lo renuevo" ( Is 43, 19): dos líneas proféticas se van a perfilar, una se refiere a la espera del Mesìas, la otra al anuncio de una Espíritu nuevo, y las dos convergen en el pequeño Resto, el Pueblo de los Pobres ( Cf. So 2, 3), que aguardan en la esperanza la " consolación de Israel" y la "redención de Jerusalén " ( Cf. Lc 2, 25.38).
Ya se ha dicho como Jesùs cumple las profesas que a El se refieren. A continuación se describen aquellas en qué aparece sobre todo la relación del Mesìas y de su Espíritu.
712 Los rasgos del rostro del Mesìas esperado comienzan a aparecer en el libro del Emmanuel ( Cf. Is 6, 12) " cuando Isaías tuvo la visión de la Gloria " de Cristo: ( Jn 12, 41), en particular en Is 11, 1-2:
Saldrá un vástago del Tronco de Jesé,
y un retoño de sus raíces brotará.
Reposarà sobre El el Espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia y de temor del Señor.
713 Los rasgos del Mesìas se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo ( Cf. Is 42, 1-9; Cf. Mt 12, 18-21; Jn 1, 32-34; después Is 49, 1-6; Cf. Mt 3, 17; Lc 2, 32, y en fin Is 50, 4-10 y 52, 13-53, 12). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasión de Jesùs, e indican así cómo enviará el Espíritu Santo para vivificar a la multitud : no desde fuera, sino desposándose con nuestra " condición de esclavos" ((Flp 2, 7). Tomando sobre sí nuestra muerte, puede comunicarnos su propio Espíritu de vida.
714 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isaías ( Lc 4, 18-19; Cf. Is 61, 1-2):
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido.
Me ha enviado a anunciar
a los pobres la Buena Nueva,
a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
715 Los textos proféticos que se refieren directamente al envío del Espíritu Santo son oráculos en los que Dios habla al corazón de su Pueblo en el lenguaje de la promesa, con los acentos del " amor y de la fidelidad" ( Cf. Ez 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31-34; y Jl 3, 1-5), cuyo cumplimiento proclamará san Pedro la mañana de Pentecostés ( Cf. Hah 2, 17-21). Según estas promesas, en los ""últimos tiempos", el Espíritu del Señor renovará el corazón de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los pueblos dispersos y divididos; transformará la primera creación y Dios habitará en ella con los hombres en la paz.
716 El Pueblo de los " pobres" ( Cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc. ), los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesìas, todo esto es, finalmente, la gran obra de la Misión escondida del Espíritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida de Cristo. Esta es la calidad de corazón del Pueblo, purificado e iluminado por el Espíritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Espíritu prepara para el Señor " un pueblo bien dispuesto" ( Cf. Lc 1, 17). " ( CIC 711-716).
Comentario: La historia de la salvación es la historia del Amor de Dios por cada uno de nosotros.Vale la pena jugarse la vida, entregarse por entero, para corresponder al amor y a la confianza que Dios deposita en nosotros. El mensaje divino de victoria, de alegría y de paz de la Pentecostés debe ser el fundamento inquebrantable en el modo de pensar, de reaccionar y de vivir de todo cristiano.