domingo, 30 de mayo de 2021

" Vida en Cristo" ( CIC 1739-1742)

   


                                           " La libertad humana en la economía de la salvación

1739   Libertad y pecado.   La  libertad es finita y falible. De hecho el hombre erró. Libremente pecó. Al rechazar el proyecto del amor de Dios, se engañó a sí mismo y se hizo esclavo del pecado. Esta primera alienación engendró una multitud de alienaciones. La historia de la humanidad, desde sus orígenes, atestigua desgracias y opresiones nacidas del corazón del hombre a consecuencia de un mal uso de la libertad.

1740   Amenazas para la libertad. El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer cualquier cosa. Es falso concebir al hombre " sujeto de esa libertad como un individuo autosuficiente que busca la satisfacción de su interés propio en el goce de los bienes materiales" ( CDF. instr. " Libertatis conscientia" 13). Por otra parte, las condiciones de orden económico y social, político y cultural requeridas para un justo ejercicio de la libertad son, con demasiada frecuencia, desconocidas y violadas. Estas situaciones de ceguera y de injusticia gravan la vida moral y colocan tanto a los fuertes como a los débiles en la tentación de pecar contra la caridad. Al apartarse de la ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo, rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la verdad divina.

1741   Liberación y salvación. Por su Cruz gloriosa, Cristo obtuvo la salvación para todos los hombres. Los rescató del pecado que los tenía sometidos a esclavitud. " Para ser libres nos libertó Cristo" ( Ga 5, 1). En El participamos de " la verdad que nos hace libres" ( Jn 8, 32). El Espíritu Santo nos ha sido dado, y, como enseña el apóstol, " donde está el Espíritu, allí está la libertad" ( 2Co 3,17). Ya desde ahora nos gloriamos de la " libertad de los hijos de Dios" ( Rm 8, 21).

1742   Libertad y gracia. La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad cuando ésta corresponde al sentido de la verdad y del bien que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Al contrario, como lo atestigua la experiencia cristiana, especialmente en la oración, a medida que somos más dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecientan nuestra íntima verdad y nuestra seguridad en las pruebas, como también ante las presiones y coacciones del mundo exterior. Por el trabajo de la gracia, El Espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo.

Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu , podamos libremente cumplir tu voluntad ( MR, colecta del domingo 12).

Comentario:

La libertad, a la luz de la reflexión anterior, se ejercita en la obediencia de cada uno a la voluntad de Dios el Señor Jesús nos ganó la filiación divina obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz si El, puro y sin pecado, caminó por el sendero del dolor y del sufrimiento para ganarnos el Cielo¿ Podremos nosotros rebelarnos contra las incomodidades y sufrimientos que tenemos rechazando el amor de Dios que murió por nosotros para hacernos sus hijos?

domingo, 23 de mayo de 2021

" Vida en Cristo" ( CIC 1730-1738)

 


                                              " Artículo 3: La libertad del hombre

1730   Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. . " Quiso Dios ' dejar al hombre en manos de su propia decisión' ( Si 15,14), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a El, llegue libremente a la plena y feliz perfección" ( GS 17):

   El hombre es racional y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos ( san Ireneo, haer. 4,4,3).

                                                 I Libertad y responsabilidad

 1731   La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.

1732   Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último que es Dios, la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por tanto de crecer en perfección o de flaquear y pecar. La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Se convierte en fuente de alabanza o de reproche, de mérito o de demérito.

1733   En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y del mal es un abuso de la libertad que conduce a " la esclavitud del pecado" ( Cf. Rm 6, 17).

1734   La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que éstos son voluntarios. El progreso en la virtud, el conocimiento del bien, y la ascesis  acrecientan el dominio de la voluntad sobre los propios actos.

1735   La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor. Los hábitos, las afecciones desordenadas y otros factores psíquicos o sociales.

1736   Todo acto directamente querido es imputable a su autor:

Así el Señor pregunta a Adán tras el pecado en el paraíso: " ¿ Qué has hecho?" ( Gn 3, 13). Igualmente a Caín ( Cf. Gn 4, 10). Así también el profeta Natán al rey David, tras el adulterio con la mujer de Urías y la muerte de éste ( Cf. 2S 12, 7-15).

Una acción puede ser indirectamente voluntaria cuando resulta de una negligencia respecto a lo que se habría debido conocer o hacer,por ejemplo, un accidente provocado por la ignorancia del código de la circulación.

1737   Un efecto puede ser tolerado sin ser querido por el que actúa, por ejemplo el agotamiento de una madre a la cabecera de su hijo enfermo. El efecto malo no es imputable si no ha sido querido ni como fin ni como medio de la acción, como la muerte acontecida al auxiliar a una persona en peligro. Para que el efecto malo sea imputable, es preciso que sea previsible y que el que actúa tenga la posibilidad de evitarlo, por ejemplo, en el caso de un homicidio cometido por un conductor en estado de embriaguez.

1738   La libertad se ejercita en las relaciones entre los seres humanos. Toda persona humana, creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable. Todo hombre debe prestar a cada cual el respeto al que éste tiene derecho. El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana, especialmente en materia moral y religiosa ( Cf. DH 2). Este derecho debe ser reconocido y protegido civilmente dentro de los límites del bien común y del orden público ( Cf. DH 7)." ( CIC 1730- 1738).

Comentario:

El uso correcto de la libertad necesariamente nos lleva a adherirnos a la voluntad de Dios  que debemos descubrir en el trato diario: en la oración y los sacramentos, con el Señor Jesús, así evitaremos que el Señor tenga que decir de nosotros lo que cuentan que dijo a Santa Teresa de otros :" Teresa, yo quise...Pero los hombres no han querido". 

     

domingo, 16 de mayo de 2021

"Vida en Cristo" ( CIC 1725-1729)

 


                                                                          " Resumen

1725   Las bienaventuranzas recogen y perfeccionan las promesas de Dios desde Abraham ordenándolas al Reino de los cielos. Responden al deseo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre.

1726   Las bienaventuranzas nos enseñan el fin último al que Dios nos llama: el Reino, la visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en Dios.

1727   La bienaventuranza de la vida eterna es un don gratuito de Dios: es sobrenatural como lo es también la gracia que conduce a ella. 

1728   Las bienaventuranzas nos colocan ante opciones decisivas con respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios sobre todas las cosas.

1729   La bienaventuranza del cielo determina los criterios de discernimiento en el uso de los bienes terrenos en conformidad a la Ley de Dios". ( Cic 1725-1729).

Comentario:

Cuando el Papa nos recomienda, siguiendo los consejos de san Ignacio de Loyola, leer la Escritura y los Evangelios  en un momento determinado nos está invitando a discernir a la luz de la Palabra y los gestos del Señor Jesús cuál es la voluntad de Dios para nosotros en ese momento específico tratemos de seguir ese consejo con docilidad a las mociones del Espíritu Santo sabiendo que Dios es nuestro Padre amoroso que sólo quiere para nosotros lo mejor aunque en ese momento nosotros pensemos que eso que el Señor nos pide no nos conviene. " El sabe más". En las bienaventuranzas tenemos una hoja de ruta maravillosa para nunca perder la esperanza. 


domingo, 9 de mayo de 2021

" Vida en Cristo" ( CIC 1720-1724)

 


                                                   " III La bienaventuranza cristiana

1720   El Nuevo Testamento utiliza varias expresiones para caracterizar la bienaventuranza a la que Dios llama al hombre: la llegada del Reino de Dios ( Cf. Mt 4,17); la visión de Dios: " Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" ( Mt. 5, 8; Cf 1Jn 3, 2; 1Co 13, 12); la entrada en el gozo del Señor (Cf. Mt 25,21.23 ); la entrada en el descanso del Señor ( Hb 4, 7-11):

Allí descansaremos y veremos; veremos y nos amaremos; y alabaremos. He aquí lo que acontecerá al fin sin  fin. ¿ Y qué otro fin tenemos sino llegar al Reino que no tendrá fin? ( San Agustín, civ. 22,30).

1721   Porque Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo. La bienaventuranza nos hace participar de la naturaleza divina ( 2P 1.4) y de la vida eterna ( Cf. Jn 17,3). Con ella el hombre entra en la gloria de Cristo ( Cf. Rm 8,18) y en el gozo de la vida trinitaria.

1722   Semejante bienaventuranza supera la inteligencia y las solas fuerzas humanas. Es fruto del don gratuito de Dios. Por eso la llamamos sobrenatural, así como también llamamos sobrenatural la gracia que dispone al hombre a entrar en el gozo divino.

" Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios". Ciertamente, según su grandeza y su inexpresable gloria, " nadie verá a Dios y seguirá viviendo", porque el Padre es inasequible; pero su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia llegan hasta conceder a los que lo aman el privilegio de ver a Dios..." Porque lo que es imposible para los hombres es posible para Dios" ( San Ireneo, haer.4,20,5).

1723   La bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor:

El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje " instintivo" la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna, y según la fortuna también, miden la honorabilidad... Todo esto se debe a la convicción de que con la riqueza se puede todo. La riqueza por tanto es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro...La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo ( lo que podría llamarse una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración " ( Newman, mix.5, sobre la santidad).

1724   El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al Reino de los cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios ( Cf. la parábola del sembrador: Mt 13, 3-23)." ( CIC 1720-1724).

Comentario:

Tratemos de grabar en nuestro corazón cuál es nuestra meta y fijos en ese cielo nuevo y esa tierra nueva aprovechemos los años de vida que tengamos para conocer, servir y amar a Dios como El quiere ser servido.  

domingo, 2 de mayo de 2021

" Vida en Cristo" ( CIC 1716-1719)

 


                                           " Artículo 2: Nuestra vocación a la bienaventuranza

1716   Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abrahán; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos:

 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.

Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

( Mt 5, 3-12)

1717   Las  bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.

                                                       II El deseo de felicidad

1718   Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia El, el único que los puede satisfacer:

Ciertamente todos nosotros queremos vivir felices, y en el género humano no hay nadie que no dé su asentimiento a esta proposición incluso antes de que sea plenamente enunciada ( San Agustín, mor. eccl. 1,3,4).

¿ Cómo es Señor que yo te busco?  Porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de ti ( San Agustín, conf. 10. 20. 29 ).

Sólo Dios sacia ( Santo Tomás de Aquino, symb. 1).

1719   Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza. Esta vocación se dirige a cada uno personalmente, pero también al conjunto de la Iglesia, pueblo nuevo de los que han acogido la promesa y viven de ella en la fe." ( CIC 1716-1719).

Comentario:

Nuestra meta es el Cielo y nuestro corazón está inquieto hasta que lleguemos a la visión beatífica sentimos ansias de felicidad y " quien pierde la fe pierde la razón" como advierte el papa San Juan Pablo II al rechazar la misericordia de Dios " que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" Cristo lo repite muchas veces en su discurso de despedida en la última cena según nos relata el evangelista san Juan " Creed en Mí y creed en Quien me ha enviado".

San Juan Pablo II nos decía que la Misa es el cielo en la tierra porque en ella está el Señor con su Cuerpo, su Alma y su Divinidad.