lunes, 26 de noviembre de 2018

" La profesión de la fe" ( 992-996)



                                               I La resurrección de Cristo y la nuestra

                                                  Revelación progresiva de la resurrección

992  La resurrección de los muertos fue revelada progresivamente por Dios a su Pueblo. La esperanza en la resurrección corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca de la fe en un Dios creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El creador del cielo y de la tierra es también Aquel que mantiene fielmente su Alianza con Abraham y su descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarse la fe en la resurrección. En sus pruebas, los mártires Macabeos confiesan:

                     El Rey del mundo, a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna ( 2M 7, 9). Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por El ( 2M 7, 14; Cf. 7, 29; Dn 12, 1-13).

993 Los fariseos ( Cf. Hch 23, 6) y muchos contemporáneos del Señor ( Cf. Jn 11, 24) esperaban la resurrección. Jesús la enseña firmemente. A los saduceos que la niegan responde: " Vosotros no conocéis ni las Escrituras ni el poder de Dios, vosotros estáis en el error" ( Mc 12, 24). La fe en la resurrección descansa en la fe en Dios que " no es un Dios de muertos sino de vivos" ( Mc 12, 27).

994 Pero hay más: Jesús liga la fe en la resurrección a la fe en su propia persona: " Yo soy la resurrección y la vida" ( Jn 11, 25). Es el mismo Jesús el que resucitará en el último día a quienes hayan creído en El ( cf. Jn 5, 24-25; 6, 40) y hayan comido su cuerpo y bebido su sangre ( Cf. Jn 6, 54). En su vida pública ofrece ya un signo y una prenda de la resurrección devolviendo la vida a algunos muertos ( cf. Mc 5, 21-42; Lc 7, 11-17; Jn 11), anunciando así su propia Resurrección que, no obstante, será de otro orden. De este acontecimiento único, El habla como del " signo de Jonás"  (Mt 12, 39), del signo del Tempo ( Cf. Jn 2, 19-22): anuncia su Resurrección al tercer día después de su muerte ( Cf. Mc 10, 34).

995 Ser testigo de Cristo es ser " testigo de su Resurrección" ( Hch 1, 22; cf. 4, 33) " haber comido y bebido con El después de su Resurrección de entre los muertos" ( Hch 10, 41). La esperanza cristiana en la resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros resucitaremos como El, con El, por El.

996 Desde el principio, la fe cristiana en la resurrección ha encontrado incomprensiones y oposiciones ( Cf. Hch 17, 32; 1Co 15, 12-13). " en ningún punto la fe cristiana encuentra más contradicción que en la resurrección de la carne" ( San Agustín, psal. 88, 2,5). Se acepta muy comúnmente que, después de la muerte, la vida de la persona humana continúa de una forma espiritual. Pero, ¿ cómo creer que este cuerpo tan manifiestamente mortal pueda resucitar a la vida eterna?" ( CIC 992-996).

Comentario: Sólo la fe en Dios y en su Hijo Jesucristo que es la Verdad y la Vida y que no puede engañarnos nos dá la plena confianza de aguardar la llamada definitiva de Dios y la consumación del mundo en el último día, cuando Cristo vendrá acompañado de los ángeles a tomar posesión de su reino. Entonces tendrá lugar la resurrección de todos los hombres y mujeres que han poblado la tierra, desde el primero hasta el último. 

domingo, 18 de noviembre de 2018

" La profesión de la fe" ( CIC 988-991)



                                " Artículo 11: " Creo en la resurrección de la carne"

988 El Credo cristiano - profesión de nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en su acción creadora, salvadora y santificadora- culmina en la proclamación de la resurrección de los muertos al fin de los tiempos, y en la vida eterna.

989 Creemos firmemente, y así lo esperamos, que del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que El los resucitará el último día ( Cf. Jn 6, 39-40). Como la suya, nuestra resurrección será obra de la Santísima Trinidad:
                       
                                           Si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros ( Rm 8, 11; Cf. 1Ts 4, 14; 1Co 6, 14; 2Co 4, 14; Flp 3, 10-11).

990 El término " carne" designa al hombre en su condición de debilidad y de mortalidad ( Cf. Gn 6, 3; Sal 56, 5; Is 40, 6). La " resurrección de la carne" significa que, después de la muerte, no habrá solamente vida del alma inmortal, sino que también nuestros " cuerpos mortales" ( Rm 8, 11) volverán a tener vida.

991 Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos un elemento esencial de la fe cristiana. " La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella" ( Tertuliano, res. 1, 1):

                                           ¿Cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también nuestra fe...¡ Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron ( 1Co 15, 12-14.20)." ( CIC 988-991).

Comentario: Nuestro Padre Dios nos creó como seres compuestos de alma y cuerpo, de espíritu y materia, y es su designio que así volvamos a El, para gozar eternamente de su bondad, de su belleza, de su sabiduría, en la vida futura. Hagamos méritos para cumplir su Voluntad!

lunes, 12 de noviembre de 2018

" La profesión de la fe" ( 984-987)



                                                                  " Resumen

984       El Credo relaciona " el perdón de los pecados" con la profesión de fe en el Espíritu Santo. En efecto, Cristo resucitado confió a los apóstoles el poder de perdonar los pecados cuando les dio el Espíritu Santo.

985       El Bautismo es el primero y principal sacramento para el perdón de los pecados: nos une a Cristo muerto y resucitado y nos da el Espíritu Santo.

986       Por voluntad de Cristo, la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los bautizados y ella lo ejerce de modo habitual en el sacramento de la Penitencia por medio de los obispos y de los presbíteros.

987       " En la remisión de los pecados, los sacerdotes y los sacramentos son meros instrumentos de los que quiere servirse Nuestro Señor Jesucristo, único autor y dispensador de nuestra salvación, para borrar nuestras iniquidades y darnos la gracia de la justificación" ( Catech. R. 1, 11, 6)" ( CIC 984-987).


Comentario: Seamos agradecidos con Nuestro Señor Jesucristo que en su gran misericordia nos ha dejado los sacramentos del bautismo y la reconciliación para servirnos de su misericordia infinita, valoremos el sacramento de la reconciliación y acudamos a él con la confianza de que si estamos arrepentidos El siempre nos perdona.   

lunes, 5 de noviembre de 2018

" La profesión de la fe" ( CIC 981-983)



                                                        " II El poder de las llaves

981 Cristo, después de su Resurrección, envió a sus apóstoles a predicar " en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones " ( Lc 24, 47). Este " ministerio de la reconciliación" ( 2Co 5, 18), no lo cumplieron los apóstoles y sus sucesores anunciando solamente a los hombres el perdón de Dios merecido para nosotros por Cristo y llamándoles a la conversión y a la fe, sino comunicándoles también la remisión de los pecados por el Bautismo y reconciliándolos con Dios y con la Iglesia gracias al poder de las llaves recibido de Cristo:

                                         La Iglesia ha recibido las llaves del Reino de los cielos, a fin de que se realice en ella la remisión de los pecados por la sangre de Cristo y la acción del Espíritu Santo. En esta Iglesia es donde revive el alma, que estaba muerta por los pecados, a fin de vivir con Cristo, cuya gracia nos ha salvado ( San Agustín, serm. 214, 11).

982 No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. " no hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón siempre que su arrepentimiento sea sincero" ( Catech. R. 1, 11, 5). Cristo, que ha muerto por todos los hombres, quiere que, en su Iglesia, estén siempre abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva del pecado ( Cf. Mt 18, 21-22).

983 La catequesis se esforzará por avivar y nutrir en los fieles la fe en la grandeza incomparable del don que Cristo resucitado ha hecho a su Iglesia: la misión y el poder de perdonar verdaderamente los pecados, por medio del ministerio de los apóstoles y de sus sucesores:

                                           El Señor quiere que sus discípulos tengan un poder inmenso: quiere que sus pobres servidores cumplan en su nombre todo lo que había hecho cuando estaba en la tierra          (San Ambrosio, poenit, 1, 34).

                                           Los sacerdotes han recibido un poder que Dios no ha dado ni a los ángeles, ni a los arcángeles...Dios sanciona allá arriba todo lo que los sacerdotes hagan aquí abajo  (San Juan Crisóstomo, sac, 3, 5).

                                          Si en la Iglesia no hubiera remisión de los pecados, no habría ninguna esperanza, ninguna expectativa de una vida eterna y de una liberación eterna. Demos gracias a Dios que ha dado a la Iglesia semejante don ( San Agustín, serm. 213, 8).

Comentario:El Papa Francisco no cesa de recordarnos el don de la Misericordia divina que " no se cansa de perdonar" y quiere que nosotros seamos " misericordiosos, como vuestro Padre celestial es misericordioso". " ¡ Adelante, pase lo que pase! Bien cogidos del brazo del Señor, considera que Dios no pierde batallas"  si fallamos debemos arrepentirnos, acudir al sacramento de la reconciliación y recomenzar, aunque comencemos y recomencemos a diario  y a veces varias veces en el mismo día Dios nos espera amoroso como en la parábola del hijo pródigo.