jueves, 28 de diciembre de 2017

" La profesión de la fe" ( CIC 737-741)



                                                    " El Espíritu Santo y la Iglesia



737 La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia., Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Esta misión conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su Comunión con el Padre y el Espíritu Santo: El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios, para que den " mucho fruto" ( Jn 15, 5.8.16).

738 Así la misión de la Iglesia no se añade a la de Cristo y del Espíritu Santo, sino que es su sacramento: en todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el misterio de la Comunión de la Santísima Trinidad ( esto será el objeto del próximo articulo).

                                Todos nosotros que hemos recibido el mismo y único espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos hemos fundido entre nosotros y con Dios. Ya que por mucho que nosotros seamos numerosos separadamente y que Cristo haga que el Espíritu del Padre y suyo habite en cada uno de nosotros, este Espíritu único e indivisible lleva por sí mismo a la unidad a aquellos que son distintos entre sí... y hace que todos aparezcan como una sola cosa en El.

                              Y de la misma manera que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en los que ella se encuentra formen un solo cuerpo, pienso que también de la misma manera el Espíritu de Dios que habita en todos, único e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual ( San Cirilo de Alejandría, Jo. 12).

739 Puesto que el Espíritu Santo es la Unión de Cristo, es Cristo Cabeza del Cuerpo, quien lo distribuye entre sus miembros para alimentarlos, sanarlos, organizarlos en sus funciones mutuas, vivificarlos, enviarlos a dar testimonio, asociarlos a su ofrenda al Padre y a su intercesión por el mundo entero. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Espíritu , Santo y Santificador, a los miembros de su Cuerpo ( esto será el objeto de la segunda parte del Catecismo).

740 Estas " maravillas de Dios", ofrecidas a los creyentes en los sacramentos de la Iglesia, producen sus frutos en la vida nueva, en Cristo según el Espíritu ( esto será el objeto de la tercera parte del Catecismo).

741 " El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; más el Espíritu  mismo intercede por nosotros con gemidos inefables" ( Rm 8, 26). El Espíritu Santo, artífice de las obras de Dios, es el maestro de la oración ( esto será el objeto de la cuarta parte del Catecismo)." ( CIC 737-741).

Comentario: Lo más importante en la Iglesia no es ver cómo respondemos los hombres, sino ver lo que hace Dios. La Iglesia es eso: Cristo presente entre nosotros; Dios que viene hacia la humanidad para salvarla, llamándonos con su revelación, santificándonos con su gracia, sosteniéndonos con su ayuda constante, en los pequeños y en los grandes combates de la vida diaria.

lunes, 25 de diciembre de 2017

" La profesión de la fe" ( CIC 731-736)



                         " V El Espíritu y la Iglesia
                             en los últimos tiempos


                                                              Pentecostés


731 El día de Pentecostés ( al término de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se  manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor ( Cf. Hch 2, 36), derrama profusamente el Espíritu.

732 En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde ese día el Reino anunciado por Cristo está abierto a todos los que creen en El: en la humildad de la carne y en la fe, participan ya en la Comunión de la Santísima Trinidad. Con su venida, que no cesa, el Espíritu Santo hace entrar al mundo en los " últimos tiempos", el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero todavía no consumado:

                        Hemos visto la verdadera Luz, hemos recibido el Espíritu celestial, hemos encontrado la verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado ( Liturgia bizantina, Tropario de las Vísperas de Pentecostés; empleado también en las liturgias eucarísticas después de la comunión ).

                                            El Espíritu Santo, el don de Dios


733 " Dios es Amor" ( 1Jn 4.8.6) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor " Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" ( Rm 5,5).

734 Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La Comunión con el Espíritu Santo ( 2Co 13,13) es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado.

735 El nos da entonces las " arras" o las " primicias" de nuestra herencia ( Cf. Rm 8, 23; 2Co 1,21): la Vida misma de la Santísima Trinidad que es amar " como él nos ha amado" ( Cf. 1Jn 4, 11-12). Este amor ( la caridad de 1Co 13) es el principio de la vida nueva en Cristo, hecha posible porque hemos  "recibido una fuerza, la del Espíritu Santo" ( Hch 1, 8).

736 Gracias a este poder del Espíritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto. El que nos ha injertado en la Vid verdadera hará que demos " el fruto del Espíritu que es alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza" ( Ga 5, 22-23). " El Espíritu es nuestra Vida": cuanta más renunciamos a nosotros mismos ( Cf. Mt 16,24-26), más  " obramos también según el Espíritu"  (Ga 5,25):

                           Por la comunión con él, el Espíritu Santo nos hace espirituales, nos restablece en el Paraíso, nos lleva al Reino de los cielos y a la adopción filial, nos da la confianza de llamar a Dios Padre y de participar en la gracia de Cristo, de ser llamado hijo de la luz y de tener parte en la gloria eterna ( San Basilio, Spir, 15, 36". (CIC 731-736).

Comentario: No puede haber por eso fe en el Espíritu Santo, si no hay fe en Cristo, en la doctrina de Cristo, en los sacramentos de Cristo, en la Iglesia de Cristo. No es coherente con la fe cristiana, no cree verdaderamente en el Espíritu Santo quien no ama a la Iglesia, quien no tiene confianza en ella, quien se complace sólo en señalar las deficiencias y las limitaciones de los que la representan, quien juzga desde fuera y es incapaz de sentirse hijo suyo.

Dios ha confiado sus dones a la frágil y débil libertad humana y, aunque la fuerza del Señor ciertamente nos asiste, nuestra concupiscencia, nuestra debilidad y nuestro orgullo la rechazan a veces y nos llevan a caer en pecado.

viernes, 15 de diciembre de 2017

" La profesión de la fe" (CIC 727-730)



                                                                 " Cristo Jesùs


727 Toda la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la plenitud de los tiempos se resume en que el Hijo es el Ungido del Padre desde su Encarnación: Jesùs es Cristo, el Mesìas.

                      Todo el segundo capítulo del Símbolo de la fe hay que leerlo a la luz de esto. Toda la obra de Cristo es misión conjunta del Hijo y del Espíritu Santo. Aquí se mencionará solamente lo que se refiere a la promesa del Espíritu Santo hecha por Jesùs y su don realizado por el Señor glorificado.

728 Jesùs no revela plenamente el Espíritu Santo hasta que El mismo no ha sido glorificado por su Muerte y su Resurrección. Sin embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su enseñanza a la muchedumbre, cuando revela que su Carne será alimento para la vida del mundo ( Cf. Jn 6, 27.51.62-63). Lo sugiere también a Nicodemo ( Cf. Jn 3, 5-8), a la Samaritana ( Cf. Jn 4, 10.14.23-24) y a los que participan en la fiesta de los Tabernáculos ( Cf. Jn 7, 37-39). A sus discípulos les habla de él abiertamente a propósito de la oración ( Cf. Lc 11, 13) y del testimonio que tendrán que dar ( Cf. Mt 10, 19-20).

729 Solamente cuando ha llegado la hora en que va a ser glorificado, Jesùs promete la venida del Espíritu Santo, ya que su Muerte y su Resurrección serán el cumplimiento de la Promesa hecha a los Padres ( Cf. Jn 14, 16-17.26; 15, 26; 16, 7-15; 17, 26): el Espíritu de Verdad, el otro Paràclito, será dado por el Padre en virtud de la oración de Jesùs; Jesùs lo enviará de junto al Padre porque El ha salido del Padre. El Espíritu Santo vendrá, nosotros lo conoceremos, estará con nosotros para siempre, permanecerá con nosotros; nos lo enseñará todo y nos recordará todo lo que Cristo nos ha dicho y dará testimonio de El; nos conducirá a la verdad completa y glorificará a Cristo. En cuanto al mundo, lo acusará en materia de pecado, de justicia y de juicio.

730 Por fin llega la hora de Jesùs ( Cf. Jn 13,1; 17, 1): Jesùs entrega su espíritu en las manos del Padre ( Cf. Lc 23, 46; Jn 19, 30) en el momento en que por su Muerte es vencedor de la muerte, de modo que, " resucitado de los muertos por la Gloria del Padre" ( Rm 6, 14); en seguida da a sus discípulos el Espíritu Santo dirigiendo sobre ellos su aliento ( Cf. Jn 20,22). A partir de esta hora, la misión de Cristo y del Espíritu se convierte en la misión de la Iglesia: " Como el Padre me envió, también yo os envío" ( Jn 20, 21; Cf. Mt 28, 19; Lc 24, 47-48; Hch 1, 8)". (CIC 727-730).

Comentario: La tradición cristiana ha resumido la actitud que debemos adoptar ante el Espíritu Santo en un solo concepto: docilidad. Ser sensibles a lo que el Espíritu Santo promueve a nuestro alrededor y en nosotros mismos: a los carismas que distribuye, a los movimientos e instituciones que suscita, a los afectos y decisiones que hace nacer en nuestro corazón. "
                   
                    Sin su ayuda nada hay en el hombre que sea inocente y valioso, pues es El quien lava lo manchado, quien cura lo enfermo, quien enciende lo que está frío, quien endereza lo extraviado, quien conduce a los hombres hacia el puerto de salvación y del gozo eterno" ( Secuencia Veni Sancte Spiritus, de la Misa de Pentecostés.

domingo, 10 de diciembre de 2017

" La profesión de la fe" (CIC 721-726)




                                                       " "Alégrate llena de gracia"


721 Marìa, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los más bellos textos sobre la sabiduría, la tradición de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relación a Marìa ( Cf. Pr 8, 1-9,6; Si 24): Marìa es cantada y representada en la Liturgia como el trono de la "Sabiduría".

       En ella comienzan a manifestarse las " maravillas de Dios", que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia.

722 El Espíritu Santo preparó a Marìa con su gracia. Convenía que fuese " llena de gracia" la madre de Aquel en quien " reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" ( Col 2, 9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la " Hija de Sión": " Alégrate" ( Cf. So 3, 14; Za 2, 14). Cuando ella lleva en sí al Hijo eterno, es la acción de gracias de todo el Pueblo de Dios, y por tanto de la Iglesia, esa acción de gracias que ella eleva en su cántico al Padre en el Espíritu Santo ( Cf. Lc 1, 46-55).

723 En Marìa en Espíritu Santo realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del poder del Espíritu y de la fe ( Cf. Lc 1, 26-38; Rm 4, 18-21; Ga 4, 26-28).

724 En Marìa el Espíritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen. Ella es la zarza ardiente de la teofanìa definitiva: llena del Espíritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne dándolo a conocer a los pobres ( Cf. Lc 2, 15-19) y a las primicias de las naciones ( Cf. Mt 2,11).

725 En fin, por medio de Marìa, el Espíritu Santo comienza a poner en comunión con Cristo a los hombres " objeto del amor benevolente de Dios" ( Cf. Lc 2, 14), y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeòn y Ana, los esposos de Caná y los primeros discípulos.

726 Al término de esta misión del Espíritu, Marìa se convierte en la " Mujer", nueva Eva " madre de los vivientes", Madre del " Cristo total" ( Cf.Jn 19, 25-27). Así es como ella está presente con los Doce, que " perseveraban en la  oración, con un mismo espíritu" ( Hch 1, 14), en el amanecer de los  "últimos tiempos" que el Espíritu va a inaugurar en la mañana de Pentecostés con la manifestación de la Iglesia ". ( CIC 721-726).

Comentario: Nuestra Madre es modelo de correspondencia a la gracia: Imitar en primer lugar su amor, la Virgen no sólo dijo fíat, sino que cumplió en todo momento esa decisión firme e irrevocable. Hemos de imitar su natural y sobrenatural elegancia, fue testigo delicado que pasa oculto; no le gustó recibir alabanzas, porque no ambicionó su propia gloria. Tratemos de aprender, siguiendo su ejemplo en la obediencia a Dios, en esa delicada combinación de esclavitud y de señorío  con la que nos enseña a que descubramos la libertad de los hijos de Dios.

lunes, 4 de diciembre de 2017

" La profesión de la fe" ( CIC 717-720)



 

                                            " IV El Espíritu de Cristo
                                            en la plenitud de los tiempos


                                       Juan, Precursor, Profeta y Bautista


717 " Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan  "( Jn 1, 6). Juan  fue " lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre" ( Lc 1, 15-41) por obra del mismo Cristo que la Virgen Marìa acababa de concebir del Espíritu Santo. La " visitación" de Marìa a Isabel se convirtió así en   "visita de Dios a su pueblo" ( Lc 1, 68).

718 Juan es " Elías que debe venir" ( Mt 17, 10-13): El fuego del Espíritu lo habita y le hace correr delante ( como " precursor") del Señor que viene. En Juan el Precursor, el Espíritu Santo culmina la obra de " preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" ( Lc 1, 17).

719 Juan es " más que un profeta" ( Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el " hablar por los profetas". Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías ( Cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es la " voz" del Consolador que llega ( Jn 1, 23; Cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el Espíritu de Verdad, " vino como testigo para dar testimonio de la luz" ( Jn 1, 7; Cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan el Espíritu colma así las "  indagaciones de los profetas" y la ansiedad de los ángeles ( 1P 10-12): " Aquel sobre quien veas  que baja el Espíritu y se queda sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo... Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios. He ahí el Cordero de Dios" ( Jn 1, 33-36).

720 En fin, con Juan Bautista,  el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realiza con y en Cristo:  volver a dar al hombre " semejanza" divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento ( Cf. Jn 3, 5)." ( CIC 717-720).

Comentario: La figura de Juan el Bautista, nos recuerda la importancia de conocer y ser fieles a la vocación a la que hemos sido llamados por Dios. Toda la esencia de la vida de Juan estuvo determinada por esta misión preparar a Jesùs un pueblo capaz de recibir el reino de Dios y, por otra parte, dar testimonio público de El. Cada hombre, en su sitio y en sus propias circunstancias, tiene una vocación dada por Dios; de su cumplimiento dependen otras muchas cosas queridas por la voluntad divina: ¿ Acercamos al Señor a quienes nos rodean? ¿ Somos ejemplares en la realización de nuestro trabajo, en la familia, en nuestras relaciones sociales? ¿ Hablamos del Señor a quienes estan a nuestro lado?