lunes, 27 de abril de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1406-1419)




                                                                  " Resumen

1406      Jesús dijo: " Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para 
              siempre...El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna...permanece en Mí y yo
              en él" ( Jn 6, 51.54.56).

1407      La Eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia                  su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una
              vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la 
              salvación sobre su Cuerpo que es la Iglesia.

1408       La celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de Dios, la                   acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su Hijo,
               la consagración del pan y del vino y la participación en el banquete litúrgico por la                             recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor: esos elementos constituyen un solo y mismo 
              acto de culto.

1409      La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir de la obra de la salvación
              realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la
              acción litúrgica.

1410      Es Cristo mismo, sumo sacerdote y eterno de la Nueva Alianza, quien, por el ministerio de 
              los sacerdotes, ofreció el sacrificio eucarístico. Y es también el mismo Cristo, realmente                      presente bajo las especies del pan y del vino, la ofrenda del sacrificio eucarístico.

1411      Sólo los presbíteros ordenados pueden presidir la Eucaristía y consagrar el pan y el vino                    para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del Señor.

1412      Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los
              cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las palabras
              de la consagración dichas por Jesús en la Última Cena: " Esto es mi Cuerpo entregado por
              vosotros... Este es el cáliz de mi Sangre..."

1413      Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la
              Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y
              glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre,
              su alma y su divinidad ( Cf. Cc de Trento: DS 1640; 1651).

1414      En cuanto sacrificio, la Eucaristía es ofrecida también en reparación de los pecados de los                  vivos y los difuntos, y para  obtener de Dios beneficios espirituales o temporales.

1415       El que quiere recibir a Cristo en la Comunión eucarística debe hallarse en estado de                           gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la                          Eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia.

1416      La sagrada comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, acrecienta la unión del                              comulgante con  el Señor; le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves.
              Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de
              ese sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.

1417      La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada Comunión cuando                        participan en la celebración de la Eucaristía; y les impone la obligación de hacerlo al 
              menos una vez al año.

1418       Puesto que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar, es preciso honrarlo con
               culto de adoración. " La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo
               de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor" ( MF).

1419       Cristo, que pasó de este mundo al Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de la gloria que
                tendremos junto a El: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con  su Corazón,
               sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la vida                       eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen María y a                         todos los santos." ( CIC 1406-1419).

Comentario:
La comunión espiritual tiene los mismos efectos de la comunión sacramental podemos recitar esta:

" Yo quisiera Señor recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos." 

lunes, 20 de abril de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1402-1405)




                                   " VII La Eucaristía, ' Pignus Futurae Gloriae'

1402 En una antigua oración, la Iglesia aclama el misterio de la Eucaristía: " O sacrum convivium in quo Christus sumitur. Recolitur memoria passionis eius; mens impletur gratia et futurae gloriae nobis pignus datur" ( "¡ Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su pasión; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura!"). Si la Eucaristía es el memorial de la Pascua del Señor y si por nuestra comunión en el altar somos colmados " de gracia y bendición"(MR, Canon Romano, 96: " Supplices te rogamus"), la Eucaristía es también la anticipación de la gloria celestial.

1403 En la Ultima cena, el Señor mismo atrajo la atención de sus discípulos hacia el cumplimiento de la Pascua en el reino de Dios: " Y os digo que desde ahora no beberé de este fruto de la vid hasta el día que lo beba con vosotros de nuevo, en el Reino de mi Padre" ( Mt 26, 29; Cf. Lc 22, 18; Mc 14, 25). Cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía recuerda esta promesa y su mirada se dirige hacia  "el que viene" ( Ap 1, 4). En su oración, implora su venida: " Marana tha" ( 1Co 16, 22). " Ven Señor Jesús" ( Ap 22, 20), " que tu gracia venga y que este mundo pase" ( Didaché 10, 6).

1404 La Iglesia sabe que, ya ahora, el Señor viene en su Eucaristía y que está ahí en medio de nosotros. Sin embargo, esta presencia está velada. Por eso celebramos la Eucaristía " expectantes beatam spem el adventum Salvatoris nostri Jesu Christi" ( " Mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Salvador Jesucristo", Embolismo después del Padrenuestro; ( Cf. Tt 2, 13), pidiendo entrar "en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como Tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a Ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por  Cristo, Señor Nuestro " ( MR, plegaria eucarística 3, 128: oración por los difuntos).

1405 De esta gran esperanza, la de los cielos nuevos y la tierra nueva en los que habitará la justicia (Cf. 2P 3, 13), no tenemos prenda más segura, signo más manifiesto que la Eucaristía. En efecto, cada vez que se celebra este misterio, " se realiza la obra de nuestra redención" ( LG 3) y " partimos un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre" ( San Ignacio de Antioquía, Eph 20, 2)". ( CIC 1402-1405).

Comentario: La Eucaristía es misterio de fe y de amor y sólo podemos acercarnos a ella con estos sentimientos de abandono en manos de la Misericordia de Dios que es Amor.
Pidamos en la oración diaria al Espìritu Santo el don de la fe y el amor, para ser testigos fieles de Cristo.




domingo, 12 de abril de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1396-1401)




" 1396 La unidad del Cuerpo místico: la Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no formar más que un solo cuerpo. ( Cf. 1Co 12, 13). La Eucaristía realiza esta llamada: " El cáliz de bendición que bendecimos, ¡ no es acaso comunión con la sangre de Cristo?. Y el pan que partimos ¡ no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Porque aún siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan"(1Co 10, 16- 17):

                             Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es 
                             puesto sobre la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis
                             " amén" ( es decir, " si", " es verdad") a lo que recibís, con lo que, respondiendo,
                             lo reafirmáis. Oyes decir " el Cuerpo de Cristo", y respondes " amén". Por lo tanto
                             sé tú verdadero miembro de Cristo para que tu " amén" sea también verdadero 
                             ( San Agustin, serm, 272). 

1397 La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos ( Cf. Mt 25, 40):

                             Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. Deshonras esta
                             mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido digno de  
                             participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado
                            a ella. Y tú, aún así, no te has hecho más misericordioso ( San Juan Crisóstomo,
                            hom. in 1Co 27, 4).

1398 La Eucaristía y la unidad de los cristianos. Ante la grandeza de este misterio, san Agustín exclama: " O sacramentum pietatis! O signum unitatis! O vinculum caritatis!" ( " ¡ Oh sacramento de piedad, oh signo de unidad, oh vínculo de caridad!", ev. Jo. 26, 13; Cf. SC 47). Cuanto más dolorosamente se hacen sentir las divisiones de la Iglesia que rompen la participación común en la mesa del Señor, tanto más apremiantes son las oraciones al Señor para que lleguen los días de la unidad completa de todos los que creen en El.

1399 Las Iglesias orientales que no están en plena comunión con la Iglesia católica celebran la Eucaristía con gran amor:" Estas Iglesias, aunque separadas, tienen verdaderos sacramentos, y sobre todo, en virtud de la sucesión apostólica, el sacerdocio y la Eucaristía, con los que se unen aún más con nosotros con vínculo estrechísimo" ( UR 15). Una cierta comunión in sacris, por tanto, en la Eucaristía, " no solamente es posible, sino que se aconseja... En circunstancias oportunas y aprobándolo la autoridad eclesiástica" ( UR 15 Cf. CIC can 844, 3).

1400 Las comunidades eclesiales nacidas de la Reforma, separadas de la Iglesia católica, " sobre todo por defecto del sacramento del Orden, no han conservado la sustancia genuina e íntegra del misterio eucarístico" ( UR 22). Por esto, para la Iglesia católica la intercomunión eucarística con estas comunidades no es posible. Sin embargo, estas comunidades eclesiales " al conmemorar en la santa Cena la muerte y la resurrección del Señor, profesan que en la comunión de Cristo se significa la vida, y esperan su venida gloriosa" ( UR 22).

1401 Si, a juicio del ordinario, se presenta una necesidad grave, los ministros católicos pueden administrar los sacramentos ( Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos) a cristianos que no están en plena comunión con la Iglesia católica, pero que piden estos sacramentos con deseo y rectitud: en tal caso se precisa que profesen la fe catòlica respecto a estos sacramentos y estén bien dispuestos ( Cfr. CIC can 844, 4)". ( CIC 1396-1401).

Comentario: En estos días hemos tenido la oportunidad de leer el Catecismo de la Iglesia Católica en los apartes referentes a la Eucaristía y comprendemos mejor las palabras del evangelista san Juan  "..nos amó hasta el extremo.." la medida del amor a nuestro prójimo es la medida del amor del Señor debemos servir con alegría y buen humor siempre!! 

domingo, 5 de abril de 2020

" La celebración del misterio cristiano "( CIC 1391-1395)




                                                   " Los frutos de la comunión

1391 La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en la comunión da como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús, En efecto, el Señor dice: " Quien come mi carne y bebe mi Sangre habita en Mì y Yo en el" ( Jn 6, 36). La vida en Cristo encuentra su fundamento en el banquete eucarístico: " Lo mismo que me ha enviado el Padre, que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por Mí" ( Jn 6, 57):

                                 Cuando en las fiestas del Señor los fieles reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman
                                 unos a otros la Buena Nueva de que se dan las arras de la vida, como cuando
                                 el ángel dijo a María Magdalena: " ¡ Cristo ha resucitado!". He aquí que ahora
                                 también la vida y la resurrección son comunicadas a quien recibe a Cristo
                                 ( Fanqith, Oficio síriaco de Antioquía vol I, Commun, 237 a-b).

1392 Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espíritual. La comunión con la Carne de Cristo resucitado, " vivificada por el Espíritu Santo y vivificante" ( PO5), conserva, acrecienta y renueva la vida de la gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte, cuando nos sea dada como viático.

1393 La comunión nos separa del pecado. El cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es   "entregado por nosotros", y la Sangre que bebemos es " derramada por nosotros para el perdón de los pecados": Por eso la Eucaristía  no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados:

                                " Cada vez que lo recibimos, anunciamos la muerte del Señor" ( 1Co 11, 26). Si
                                anunciamos la muerte del Señor, anunciamos también el perdón de los pecados. 
                                Si cada vez que su Sangre es derramada, lo es para el perdón de los pecados,
                                debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los pecados. Yo que peco
                                siempre, debo tener siempre un remedio ( San Ambrosio, sacr. 4, 28).

1394 Como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales ( Cf. Cc. de Trento: DS 1638). Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de romper los lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en El:

                             Porque Cristo murió por nuestro amor, cuando hacemos conmemoración de su 
                             muerte en nuestro sacrificio, pedimos que venga el Espíritu Santo y nos comunique
                             el amor; suplicamos fervorosamente que aquel mismo amor que impulsó a Cristo
                             a dejarse crucificar por nosotros sea infundido por el Espíritu Santo en nuestros
                             propios corazones, con objeto de que consideremos al mundo como crucificado 
                             para nosotros, y sepamos vivir crucificados para el mundo...Y, llenos de caridad,
                            muertos para el pecado vivamos para Dios. ( San Fulgencio de Ruspe, Fab.28,16-
                            19).

1395 Por la misma caridad que enciende en nosotros, la Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales. Cuanto más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper con El por el pecado mortal. La Eucaristía no está ordenada al perdón de los pecados mortales. Esto es propio del sacramento de la Reconciliación. Lo propio de la Eucaristía es ser el sacramento de los que están en plena comunicación con la Iglesia": ( CIC 1391-1395).

Comentario: Ya sabemos que la comunión espiritual tiene en el alma los mismos efectos de la comunión sacramental aprovechemos en esta Semana Santa de cuarentena a hacer muchas comuniones espirituales que acrecientan nuestra unión con Cristo.