domingo, 26 de julio de 2020

" La celebración del misterio cristiano " ( CIC 1474-1477)




                                                          " En la comunión de los santos


1474  El cristiano que quiere purificarse de su pecado y sacrificarse con ayuda de la gracia de Dios no se encuentra solo. " La vida de cada uno de los hijos de Dios está ligada de una manera admirable, en Cristo y por Cristo con la vida de todos los otros hermanos cristianos, en la unidad sobrenatural del Cuerpo místico de Cristo, como en una persona mística" ( Pablo VI, const. ap. " Indulgentiarum doctrina", 5 ).

1475  En la comunión de los santos, por consiguiente, " existe entre los fieles- tanto entre quienes ya son bienaventurados como entre los que expían en el purgatorio o los que peregrinan todavía en la tierra- un constante vínculo de amor y un abundante intercambio de todos los bienes ( Pablo VI, ibid.)". En este intercambio admirable,  la santidad de uno aprovecha a los otros más allá del daño que el pecado de uno pudo causar a los demás. Así, el recurso a la comunión de los santos permite al pecador contrito estar antes y más eficazmente purificado de las penas del pecado.

1476  Estos bienes espirituales de la comunión de los santos, los llamamos también el tesoro de la Iglesia, " que no es una suma de bienes, como lo son las riquezas materiales acumuladas en el transcurso de los siglos, sino que es el valor infinito e inagotable que tienen ante Dios las expiaciones y los méritos de Cristo nuestro Señor, ofrecidos para que la humanidad quedara libre del pecado y llegase a la comunión con el Padre. Sólo en Cristo, Redentor nuestro, se encuentran en abundancia las satisfacciones y los méritos de su redención ( Cf. Hb 7, 23-25; 9, 11-28) ( Pablo VI, const. ap. " Indulgentiarum doctrina, ibíd,).

1477  " Pertenecen igualmente a este tesoro el precio verdaderamente inmenso e inconmensurable y siempre nuevo que tienen ante Dios las oraciones y las buenas obras de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos que se santificaron por la gracia de Cristo, siguiendo sus pasos, y realizaron una obra agradable al Padre, de manera que, trabajando en su propia salvación, cooperaron igualmente a la salvación de sus hermanos en la unidad del Cuerpo místico" ( Pablo VI, ibíd. )".
 (CIC  1474-1477).

Comentario:

La Escritura nos recuerda que : "El hermano ayudado por su hermano es invencible como una ciudad amurrallada", cuando tengamos dificultades recordemos que no estamos solos! 

" Vivid una particular Comunión de los santos: y cada uno sentirá, a la hora de la lucha interior, lo mismo que a la hora del trabajo profesional, la alegría y la fuerza de no estar solo." ( SJM Camino 545).

domingo, 19 de julio de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1471-1473)




                                                                " X Las indulgencias

1471  La doctrina y la práctica de las indulgencias en la Iglesia están estrechamente ligadas a los efectos del sacramento de la Penitencia.

                                                  Qué son las indulgencias

   " La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos."

" La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en parte o totalmente".

" Todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgencias tanto parciales como plenarias." ( CIC can. 992- 994).

                                                Las penas del pecado

1472  Para entender esta doctrina y esta práctica es preciso recordar que el pecado tiene una doble consecuencia. El pecado grave nos priva de la comunión con Dios y por ello nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama la " pena eterna" del pecado. Por otra parte, todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las criaturas que tienen necesidad de purificación, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación libera de lo que se llama la " pena temporal" del pecado. Estas dos penas no deben ser concebidas como una especie de venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino como algo que brota de la naturaleza misma del pecado. Una conversión que procede de una ferviente caridad puede llegar a la total purificación  del pecador, de modo que no subsistiría ninguna pena ( Cf. Cc. de Trento: DS 1712- 1713; 1820).

1473  El perdón del pecado y la restauración de la comunión con Dios entrañan la remisión de las penas eternas del pecado. Pero las penas temporales del pecado permanecen. El cristiano debe esforzarse, soportando pacientemente los sufrimientos y las pruebas de toda clase y, llegado el día, enfrentándose serenamente con la muerte, por aceptar como una gracia estas penas temporales del pecado; debe aplicarse, tanto mediante las obras de misericordia y de caridad, como mediante la oración y las distintas prácticas de penitencia, a despojarse completamente del " hombre viejo" y a revestirse del " hombre nuevo" ( Cf. Ef 4, 24)." ( CIC 1471- 1473).

Comentario:

La doctrina de la Iglesia en relación con las Indulgencias fue uno de los muchos temas no aceptados por Lutero en su Reforma que dio origen al Protestantismo en su negativa de aceptar la figura de un  "Dios misericordioso lento a la ira y rico en clemencia".
Agradezcamos al Señor que dejó a la Iglesia encargada de dispensar los auxilios necesarios para  "..que el pecador se convierta y viva" porque el Señor nos quiere " santos e irreprochables en su presencia" y eso no sería posible sin la ayuda de la gracia.

domingo, 12 de julio de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1468-1470)




                                             "  IX Los efectos del sacramento

1468  " Toda la virtud de la penitencia reside en que nos restituye a la gracia de Dios y nos une con El con profunda amistad" ( Catech. R. 2, 5, 18). El fin y el efecto de este sacramento son, pues, la reconciliación con Dios. En los que reciben el sacramento de la Penitencia con un corazón contrito y con una disposición religiosa, " tiene como resultado la paz y la tranquilidad de la conciencia, a las que acompañan un profundo consuelo espiritual" ( Cc. de trento: DS 1674). En efecto, el sacramento de la Reconciliación con Dios produce una verdadera " resurrección espiritual", una restitución de la dignidad y de los bienes de la vida de los hijos de Dios, el más precioso de los cuales es la amistad de Dios ( Lc 15, 32).

1469  Este sacramento reconcilia con la Iglesia al penitente. El pecado menoscaba o rompe la comunión fraterna. El sacramento de la Penitencia la repara o la restaura. En este sentido, no cura solamente al que se reintegra en la comunión eclesial, tiene también un efecto vivificante sobre la vida de la Iglesia que ha sufrido por el pecado de uno de sus miembros ( Cf. 1Co 12, 26 ). Restablecido o afirmado en la comunión de los santos, el pecador es fortalecido por el intercambio de los bienes espirituales entre todos los miembros vivos del Cuerpo de Cristo, estén todavía en situación de peregrinos o que se hallen ya en la patria celestial ( Cf. LG 48-50):

                     Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así                         decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el pecado: el                                 penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en el fondo más íntimo de su propio                         ser, en el que recupera la propia verdad interior; se reconcilia con los hermanos,                                 agredidos y lesionados por él de algún modo; se reconcilia con la Iglesia, se reconcilia                       con toda la creación ( RP 31).

1470  En este sacramento, el pecador, confiándose al juicio misericordioso de Dios, anticipa en cierta manera el juicio al que será sometido al fin de esta vida terrena,. Porque  es ahora, en esta vida, cuando nos es ofrecida la elección entre la vida y la muerte, y sólo por el camino de la conversión podemos entrar en el Reino del que somos apartados por el pecado ( Cf. 1Co 5, 11; Ga 5, 19, 21; Ap 22, 15). Convirtiéndose a Cristo por la penitencia y la fe, el pecador pasa de la muerte a la vida " y no incurre en juicio" ( Jn 5, 24)." ( CIC 1468- 1470).

 Comentario:

El Señor Jesús nos advierte desde: su vida oculta, sus tres años predicando la necesidad de la conversión : " Convertíos y creed en el evangelio", hasta su muerte y resurrección " Id al mundo entero y predicad el evangelio" de la necesidad de " Ser perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" que  " el Padre  quiere que el pecador se convierta y viva " debemos aprovechar este cuarto de hora para llegar a la vida eterna con toda nuestra familia, amigos y conocidos y también aquellos que se resisten a recibir el mensaje de alegría, reconciliación y paz. 

domingo, 5 de julio de 2020

" La celebración del misterio cristiano" ( CIC 1461-1467)





                                            " VIII El ministro de este sacramento


1461  Puesto que Cristo confió a sus apóstoles el ministerio de la reconciliación ( Cf. Jn 20, 23; 2 Co 5, 18), los obispos, sus sucesores, y los presbíteros, colaboradores de los obispos, continúan ejerciendo este ministerio. En efecto, los obispos y los presbíteros, en virtud del sacramento del Orden, tienen el poder de perdonar todos los pecados " en nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

1462  El perdón de los pecados reconcilia con Dios y también con la Iglesia. El obispo, cabeza visible de la Iglesia particular, es considerado por tanto, con justo título, desde los tiempos antiguos como el que tiene principalmente el poder y el ministerio de la reconciliación: es el moderador de la disciplina penitencial ( LG 26). Los presbíteros, sus colaboradores, lo ejercen en la medida en que han recibido la tarea de administrarlo sea de su obispo ( o de un superior religioso), sea del Papa, a través del derecho de la Iglesia ( Cf. CIC can. 844; 967- 969, 972; CCEO can. 722, 3- 4).

1463  Ciertos pecados particularmente graves están sancionados con excomunión, la pena eclesiástica más severa, que impide la recepción de los sacramentos y el ejercicio de ciertos actos eclesiásticos,  (Cf. CIC can. 1331; CCEO can. 1431, 1434),  y cuya absolución, por consiguiente, sólo puede ser concedida, según el derecho de la Iglesia, al Papa, al obispo del lugar, o al sacerdote autorizados por ellos ( Cf. CIC can. 1354- 1357; CCEO can. 1420). En caso de peligro de muerte, todo sacerdote, aun el que carece de la facultad de oír confesiones, puede absolver de cualquier pecado y de toda  excomunión (Cf. CIC can. 976; para la absolución de los pecados CCEO can. 725 ).

1464  Los sacerdotes deben alentar a los fieles a acceder al sacramento de la Penitencia y deben mostrarse disponibles a celebrar este sacramento cada vez que los cristianos lo pidan de manera razonable ( Cf. CIC can. 986; CCEO can. 735; PO 13).

1465  Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote ejerce el ministerio del Buen Pastor que busca la oveja perdida, del buen Samaritano que cura las heridas, del Padre que espera al hijo pródigo y lo acoge a su vuelta, del justo Juez que no hace acepción de personas y cuyo juicio es a la vez justo y misericordioso. En una palabra, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor misericordioso de Dios con el pecador.

1466  El confesor no es dueño, sino el servidor del perdón de Dios. El ministro de este sacramento debe unirse a la intención y la caridad de Cristo ( Cf. PO 13). Debe tener un conocimiento comprobado del comportamiento cristiano, experiencia de las cosas humanas, respeto y delicadeza con el que ha caído, debe amar la verdad, ser fiel al magisterio de la Iglesia y conducir al penitente con paciencia hacia la curación y su plena madurez. Debe orar y hacer penitencia por él confiándolo a la misericordia del Señor.

1467  Dada la delicadeza y la grandeza de este ministerio y el respeto debido a las personas, la Iglesia declara que todo sacerdote que oye confesiones está obligado a guardar secreto absoluto sobre los pecados que sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas ( Cf. CIC can. 1388, 1; CCEO can. 1456). Tampoco puede hacer uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los penitentes. Este secreto, que no admite excepción, se llama " sigilo sacramental", porque lo que el penitente ha manifestado al sacerdote queda " sellado" por el sacramento." ( CIC 1461- 1467).

Comentario:

Una queja muy constante de los feligreses para no acceder al sacramento es la convicción de que los sacerdotes son también pecadores, y eso es cierto, pero recordemos siempre que ellos actúan " en persona de Cristo" en el momento de dispensar el sacramento.

Así mismo debemos pedir al " Dueño de la Mies", El Señor, que envíe obreros a su mies " Envía Señor muchos sacerdotes santos".